Hay
que reconocerle a Todd Phillips el mérito de que, tras haber triunfado con la
saga de Resacón en Las Vegas, no ha
querido acomodarse en el terreno de las comedias alocadas y ha apostado por un cambio
de registro algo radical. Lo suficiente, al menos, para centrarse en una
historia basada en hechos reales, por absurda que pueda parecer. Sin embargo,
lo que mejor puede definir a una película como Juego de armas es la expresión:
película fallida.
La
pretensión de realizar una sátira basada en la historia real de dos
veinteañeros que logran firmar un acuerdo millonario con el gobierno de los
Estados Unidos para la venta de armas naufraga al pretender Phillips abarcar
demasiados géneros sin que la trama tenga el valor que se le supone. La
historia, al final, no da para mucho más que como divertida anécdota de bar y
ahí donde los hechos no llegan tampoco la dirección de Phillips es
suficientemente notable como para compensar las carencias. En el fondo, esto debería
ser un cuento muy negro sobre como en una época donde se podía hacer casi
cualquier cosa mediante el dinero en la que unos jóvenes puedan crear un
imperio de la nada y derrumbarse luego con ellos dentro, con la edificante
conclusión moratoria final. Pero ni el imperio fue tal, ni hay un humor que
funcione a cambio y ni siquiera la moraleja final llega a tener un verdadero
valor.
Ya
desde el tráiler se puede intuir algunos de los referentes de Phillips a la
hora de abordar la historia, que van desde El
lobo de Wall Street de Scorsese al Dolor y dinero de Michael Bay, dos estupendas películas sobre jóvenes
emprendedores y hasta donde pueden llegar antes de caer al abismo. Pero ni
Phillips tiene el talento de sus colegas Scorsese y Bay a la hora de dar dinamismo
a la historia ni sus actores cumplen con la eficacia mínima para dar empaque a
la historia. Miles Teller no se entera de que va la película, Ana de Armas es
solo una cara mona sin un ápice de personalidad visible y solo Jonah Hill
(quizá por haber estado ya en El lobo de Wall Street) parece saber de verdad cual es el trasfondo de la historia y
se hace con las riendas de un personaje que el guion no sabe desarrollar.
Juego de armas tiene algunos aciertos, pero son muchos más los
fallos que la convierten no en una mala película, sino más bien en una película
anodina, en una historia simplona y sin personalidad a la que le falta acción,
le falta humor y. sobre todo, le falta saber qué rumbo pretende tomar.
Las
intenciones de Phillips son buenas, y espero que esta película no le obligue a
regresar al terreno seguro pero limitado de las películas al estilo Resacón, pero lo cierto es que en
ocasiones, como es este caso, el intentarlo no basta.
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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