Ya
he ha hablado mucho de la falta de originalidad que hay en el Hollywood actual.
En algunos casos, como el que nos ocupa hoy, la cosa es mucho más curiosa, pues
Criminal no solo tiene el mismo
planteamiento que una película muy reciente como Eternal sino que es capaz de traerse aquí incluso a su actor protagonista
para repetir la jugada aunque cambiando de bando.
En
ambos casos el punto de partida es una tecnología capaz de traspasar los
recuerdos del cerebro de un fallecido a los de un cuerpo nuevo aunque claro, la
cosa no es tan sencilla y el receptor sufrirá la confrontación de sus dos
identidades, luchando por sobrevivir una a la otra. Si en Eternal Ryan Reynols era el joven en cuyo cuerpo re iba a reubicar
la conciencia de Ben Kingsley aquí es el marido de Blake Lively quien fallece y
sus recuerdos deben trasplantarse a la mente del asesino y sociópata que
interpreta Kevin Costner, que en los últimos años parece empeñado a recuperar
todo el prestigio perdido.
Afortunadamente,
en manos de Douglas Cook y David Weisberg, autores del guion de La Roca (posiblemente la mejor película
hasta la fecha de Michael Bay), la película desemboca en un frenesí de acción y
emociones que permite que lo absurdo de su planteamiento se diluya en más de
dos horas de puro entretenimiento.
Con
un reparto de auténtico lujo (acompañan a Costner y Reynols Gary Oldman, Tommy Lee Jones, Jordi Mollà y
Gal Gadot, aunque también aparecen en papeles menores Alice Eve, Michael Pitt, Antje
Traue y los televisivos Amaury Nolasco y Colin Salmon), la película es un
thriller de acción dirigido con eficacia por el israelí Ariel Vromen que con un
estilo que recuerda a las producciones de Luc Besson consigue imponer un ritmo
trepidante a la acción que disimula las absurdeces de un guion algo loco e
irregular.
Pese
a todo, quizá sea Costner el único que verdaderamente destaca interpretativamente,
dando lo mejor de sí mismo consciente de que cada fracaso en taquilla es una
oportunidad perdida para él. También es su personaje el que mejor evoluciona a
lo largo del film lo que le permite mayor variedad de registros, cosa que el
actor sabe agradecer sosteniendo por si solo la película.
Todo
es muy enrevesado, muy cogido por los pelos, pero estamos ante una de esas
películas que es conveniente no analizar mucho y dejarse llevar por su ritmo y
sus persecuciones, tiroteos y sus momentitos de emotividad, que también los
tiene. Y todo ello con una cámara muy limpia y luminosa. Es decir, todo de lo
que carece una película a priori mucho más seria e interesante como se suponía
que era la simplona Jason Bourne.
Criminal no inventa nada nuevo, ni tampoco lo pretende. Ni
siquiera prueba a sacar partido a las decisiones médicas moralmente discutibles
en las que se basa. Es un producto de lucimiento para la acción y poco más. Y
con ello debería bastar.
Valoración:
siete sobre diez.
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