Escribía hace unos días, a
raíz del estreno de Nunca apagues la luz,
de la evolución que está sufriendo el género del terror actual. En esta línea
está No respires, una película
enmarcada en el subgénero de las home invasión, un film que en el fondo es más
de intriga y tensión que de terror puro pero con trasfondo dramático (tanto por
parte de la protagonista como del villano) como telón de fondo.
El uruguayo Fede Álvarez sabe
bien lo que hace. Ya fue muy prometedor su debut tras las cámaras con el remake
de Posesión Infernal, que aun siendo
muy inferior al film de Raimi si demostraba un buen manejo de la cámara y los
tempos cinematográficos.
En No respires, otra vez apadrinado por Sam Raimi y con Rodo Sayagues
de nuevo ayudándole con el guion, las cartas se ponen sobre la mesa desde el
primer momento, con una historia tan sencilla como efectiva: tres chavales se
dedican a meterse en casas para cometer pequeños atracos que les permitan salir
de sus miserables vidas hasta que se cuelan en el lugar equivocado: la casa de
un veterano de guerra ciego que no va a resultar una víctima fácil.
Álvarez no se complica la vida
y opta por ir por el camino fácil. Huyendo de rocambolescos giros argumentales
(aunque alguno hay bastante impactante), toda la fuerza de la película se basa
en conseguir una agobiante sensación de claustrofobia que recuerda a los
momentos más inspirados del primer REC
de Balagueró, pero dotando de unas pinceladas de vida a sus protagonistas que
ayudan a empatizar con todos ellos, al menos con los dos principales, el
veterano Stephen Lang y la joven Jane Levy (a la que Álvarez ya torturó con
saña en Posesión Infernal), que están
estupendos. Es su brillante interpretación lo que termina por redondear una
película que sabe aprovecharse de los clichés del género sin parecer una copia,
siendo incómoda y angustiante, un cuento oscuro sobre fracasados sin nada que
perder en la vida (aparentemente) y a la que puestos a buscar alguna pega le
podría sobrar cierta escena (¿veo un homenaje al Cujo de Stephen King?) que
quizá rompe un poco con la normas del juego.
Valoración: Siete sobre diez.
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