No
es ninguna novedad que el cine español actual está plagado de thrillers negros
con muy buena factura. La isla mínima
o Cien años de perdón son dos buenos
ejemplos de ellos en los que, además, coincide un intérprete concreto: Raúl
Arévalo. Además, ambas películas se caracterizan por tener una factura
impecable, una realización que nada tiene que envidiar a las grandes
producciones americanas.
Para
su debut como director, Arévalo se ha servido de ese mismo género pero dándole
la vuelta a la tortilla. Tarde para laira es una historia sucia, desgarradora, y como tal, se localiza en la
España más costumbrista, en una España de barrio, de pueblo, casi en las
antípodas de lo se venía haciendo últimamente.
Escrita
por el propio Arévalo junto a David Pulido, Tarde para la ira es una película que
ha necesitado de casi diez años para su creación, lo cual le ha servido al novel
director para lograr imponer el estilo y la personalidad deseados, sin
imposiciones de la productora. Por eso, es meritorio que en un primer trabajo
se demuestre una personalidad tan brutal y una claridad de ideas tan notoria
que hacen de esta película una gran propuesta y de Arévalo un director a seguir
muy de cerca.
Tarde para la ira arranca con planos muy cortos, casi claustrofóbicos,
como invitándonos a participar de las vidas de los protagonistas, unos Antonio
de la torre y Luis Callejo que están sensacionales en su brillante ejercicio de
contención. A ritmo muy lento, rozando la impasividad, la película se va
fraguando hasta que se produce su primer gran giro de guion y entonces todo
cambia, desde el ritmo hasta la composición visual. Sin entrar en detalles,
diremos sólo que Tarde para la ira es
una película de venganza, pasional y violenta, que sabe medir sus fuerzas para
rozar unos límites que nunca llega a traspasar. La primera media hora es casi
desesperante por su escasez narrativa. El final es casi excesivo. Y la clave de
todo ello, y el gran valor de Arévalo, es lograr ese “casi” sin superarlo, sin
estropear una historia sencilla pero contundente y unos personajes donde no hay
realmente buenos y malos (sino todo lo contrario) movidos por el amor y la
desesperación.
Tarde para la ira es una película muy próxima, en la que casi se huele
la suciedad de las calles y el refrito de los bares, y donde De la Torre
consigue con sus miradas vacías y sin alma (aparente) lo que muchos no logran
con grandes diálogos.
Magnífico
debut como realizador de un ya de por sí gran actor y magnífica película que
logra desesperar y cautivar por igual.
Valoración:
siete sobre diez.
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