Lo
mejor que se puede decir de esta película es que es brutalmente sincera y autoconsciente
de lo que es y de lo que aspira a ser.
Muy
cercana al llamado cine de serie B de los años setenta y ochenta, Blood father es una historia sencilla,
muy sencilla sobre un hombre que huye de su oscuro pasado y su reencuentro con
su hija perdida. Una historia de venganza, violencia y redención que no se anda
por las ramas y va directa al grano, como un western crepuscular pero sucio
metáfora quizá de la situación del propio actor protagonista.
Y
es que analizando la película se podría comentar el buen trabajo del director
del remake de Asalto al
Distrito 13, Jean-François Richet, la buena química entre Erin Moriarty
(vista en Jessica Jones) con su
padre, las interesantes aunque breves aportaciones de Michael Parks y William
H. Macy o la escasa aportación de Diego Luna, lo más flojo del film, pero la
verdadera alma del film, el motor que mueve la película y que da verdadero
sentido a todo el invento es Mel Gibson.
El
magnífico actor y director de Braveheart
ha pasado una época oscura tras sus coqueteos con el alcohol y el veto que
Hollywood le impuso a raíz de sus polémicas declaraciones, pero hace ya unos
años mostró síntomas de recuperación con el interesante Vacaciones en el Infierno y este puede ser su año de redención
total, pues se le espera de nuevo trabajando tras las cámaras.
Pese
a los años perdidos, Gibson demuestra aquí que no ha perdido un ápice de su calidad
interpretativa ni su carisma, mejorando si cabe con un trabajo de contención
donde la locura y desesperación que tan bien sabía reflejar con sus aspavientos
y arranques de rabia se condensan ahora en una simple mirada.
Blood father es, para bien y para mal, Mel Gibson. Un Gibson es
estado puro, un Gibson recuperado, inconmensurable y que a la postre es quien
sostiene toda la historia a sus espaldas.
Una historia de violencia pero,
también, una historia de segundas oportunidades, de reencuentros familiares y
de la importancia de saber elegir las opciones correctas en la vida.
Valoración:
Siete sobre diez.
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