El oportunista título en español de Cold Pursuit, Venganza bajo cero, parece querer indicar por dónde van los tiros (nunca mejor dicho) en la nueva película protagonizada por Liam Neeson, aunque lo cierto es que en esta ocasión el título es más acertado que en la propia saga de Venganza (Taken en el original), ya que aquí, a diferencia de en la franquicia iniciada por Luc Besson, la cosa sí que va de una venganza.
Neeson interpreta a Nels Coxman, un honrado quitanieves de una pequeña población cercana a Denver que sufre la muerte de su hijo por supuesta sobredosis. Convencido de que el chavan no era un yonqui, empieza a investigar por su cuenta, tirando del hilo (y dejando un rastro de cadáveres de paso) hasta descubrir la verdad.
Cierto es que se aprecia un claro esfuerzo en Neeson para variar el registro, siendo su personaje mucho más atormentado y menos decidido que el de otras encarnaciones suyas de tipo duro, pero a la postre no deja de ser lo mismo de siempre, Neeson metiendo caña a los malos. Eso de por sí no tiene porqué ser malo, pero el director, Hans Petter Moland, quiere dotar a la historia de un retorcido sentido del humor que no siempre termina de funcionar. Es como si quisiera unificar la contundencia de las películas de Venganza con la violencia sarcástica y algo ácida de las películas de Tarantino o los hermanos Coen (su Fargo está muy presente en Venganza bajo cero), pero no consigue que la unión entre los dos géneros resulte suficientemente satisfactorio, dotando al film, además, de un ritmo extraño, con personajes como el de Laura Dent que desaparecen literalmente de la trama mientras que otros, como el propio protagonista, pasa a segundo plano en muchos momentos del metraje.
Lo más curioso es que esto es un remake de la película Kraftidioten (In orden of dissaparence en inglés, Uno tras otro en español), de 2014, que ya dirigió el propio Moland. Parece que, una vez más, el trasvase de un director europeo a los estándares de Hollywood los termina por amansar.
Quizá uno de los problemas es la elección de Neeson como protagonista. Si bien es un gran actor y aporta todo su carisma al film, su figura es demasiado determinante como para poder conseguir el efecto de comicidad violenta que conseguía Stellan Skarsgård en el film original, y que quizá debería haber repetido papel para el remake. Con todo, el film tiene algún acierto que otro, como los “epitafios” enumerando las muertes o el formato de los títulos de crédito finales, resultando a la postre ser un film algo plano y hasta pasado de moda pero que consiguen entretener y mantiene el interés para poder ser disfrutado y olvidado casi al momento.
Una excusa para huir del calor de la calle y poco más.
Valoración: Cinco sobre diez.
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