Poca confianza tenía yo en otra película más que adaptaba un videojuego y cuyas primeras imágenes no invitaban para nada al optimismo. Cierto es que la reciente Detective Pikachu no resultaba ser un desastre total, pero su resultado final tampoco es que fuese para echar cohetes.
Con Sonic, del debutante Jeff Fowler, el popular erizo de Sega cobra vida de una forma bastante competente, con una aventura simpática y muy divertida que, sin arriesgar demasiado, logra destacar por encima de otras adaptaciones de videojuegos gracias a ese humor fresco y, sobre todo, a la aportación de los dos protagonistas masculinos.
Con un argumento propio de los clásicos de la Amblin (extraterrestre amistoso perseguido para su investigación por el malvado gobierno americano), la película tiene un tono de buddy movie cuando explota al máximo la relación entre el animalillo azul y el sheriff de pueblo al que da vida con solvencia James Marsden. Marsden, recordado por su pasado super heroico en la franquicia mutante de Singer y en el defenestrado Superman Returns del mismo director, sale airoso del difícil reto de compartir pantalla con un ser animado y sus interactuaciones resultan creíbles e incluso emotivas.
Sin embargo, el verdadero rey de la fiesta es un Jim Carrey desmadrado, cuyos excesos le vienen muy bien al personaje de villano que interpreta y que termina por representar el mejor valor de la película. Solo por verlo a él en acción ya vale la pena el precio de la entrada.
Puede que sea cosa de la presencia de Tim Miller como productor o un simple caso de alineación de los astros, pero la realidad es que una película por la que no habría dado ni un duro ha terminado por resultar un estupendo entretenimiento para niños y mayores, plagada de chistes tontos (autoconscientes, eso sí), con el toque justo de moraleja y cuyo aspecto visual no desentona en ningún momento, un pasatiempo muy recomendable para disfrutar en familia.
Valoración: Siete sobre diez.
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