Si algo bueno podemos sacar de todo lo que envolvió el tema del #metoo fue la posibilidad de sacar a la luz muchos casos de abuso de poder en Hollywood, donde las torres más altas se empezaron a tambalear consiguiendo incluso que algunas de ellas llegasen a caer.
Precisamente ahora está bien de actualidad el juicio contra Harvey Weinstein, cuyos oscuros tejemanejes eran un secreto a voces desde hace tiempo, pero ha sigo gracias al mencionado movimiento que se han podido denunciar, aunque por desgracia esa era una práctica habitual en el Hollywood dorado, como se refleja en el personaje de Meyer en la reciente Judy.
Jay Roach, director habitual de comedias (suyas son las películas de las sagas de Austin Powers y Los padres de ella), ya se puso serio para relatar la caza de brujas en Trumbo: la lista negra de Hollywood, y se encarga ahora, con El escándalo, de plasmar dichos abusos en el mundo televisivo, concretamente a cargo de Roger Ailes, mandamás de Fox News hasta que las denuncias de muchas mujeres provocaron su despido.
Roach da casi un tono de documental a su película, casi inspirándose en aquel intento de explicar fácilmente la crisis económica que fue La gran apuesta, con personajes narrando y rompiendo la cuarta pared en varios momentos del film, poniendo toda la carne en el asador en forma de tres actrices extraordinarias que bordan sus papeles (aunque sería injusto no destacar también la excelente labor de John Lithgow en la desagradable piel de Ailes), pero restando con ello algo de fuerza a la propia narrativa.
Para plasmar mejor lo que sucedió, Roach y el guionista Charles Randolph deciden hacer que el espectador empatice con tres mujeres en diversos puntos de sus carreras: la periodista caída en desgracia que destapa el asunto, la estrella que está en su máximo apogeo y que parece dispuesta a mirar hacia otro lado por no perder su estatus y la recién llegada que no sabe como enfrentarse a la crisis, tres tipos diferentes de víctimas que resumen muy bien el alcance del odioso magnate. Sin embargo, esa diversificación de caracteres obliga a diversificar también las historias y perder, con ello, algo de profundidad de los personajes. Un ejemplo claro está en la Megyn Kelly a la que da vida Charlize Theron, que para poder presentarla correctamente se debe dedicar demasiado tiempo a sus careos con el por entonces candidato presidencial Donald Trump con lo que, pese a ser el motor de la historia, queda un poco alejada del tema principal.
Así, podemos decir que estamos ante una interesante película pero que no termina de alcanzar la grandeza a la que parece aspirar, siendo más un relato testimonial de lo sucedido que un análisis en profundidad de los hechos. Con todo, su grandioso reparto (junto a Nicole Kidman, Margot Robbie -que esta semana hace doblete de estrenos- y Theron se puede ver también a Malcolm McDowell, Allison Janney o Kate McKinnon entre otros) termina por imponerse sobre todo lo demás y consigue resaltar los valores de la película.
Valoración: Siete sobre diez.
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