Vista sin demasiado entusiasmo por parte del público en el festival de Sitges del año pasado, La habitación es una pequeña protesta a medio camino entre el terror y la ciencia ficción que bebe de muchas fuentes conocidas para saber reinventarse según avanza la trama.
Todo comienza con un matrimonio
mirándose a un caserón aislado donde, sin que ellos lo sepan, se ha convertido
un terrible asesinato. Muy poco original, cierto.
Pronto, la cosa se desvía con el
descubrimiento de una habitación secreta capaz de concederles cualquiera de sus
deseos. Algo a priori maravilloso si no tenemos en cuenta de que nada en esta
vida es gratuito y los regalos del diablo (es un decir) suelen salir caros.
Así, estamos ante una mezcla de
películas de casas embrujadas con toques de magia que recuerdan a títulos como La
caja o Siete deseos, pero que sabe sorprender con su desarrollo consiguiendo llevar la
historia hasta buen puerto.
Con una producción sencilla pero
efectiva (se trata de una producción a tres bandas entre Francia, Bélgica y
Luxemburgo), la película de Christian Volckman se sostiene sin demasiados
problemas sobre sus dos actores protagonistas, Kevin Janssens y, sobre todo,
Olga Kurylenko, sabiendo engañar al espectador con inteligencia (y alguna
trampa que le voy a perdonar) y evitando caer en el ridículo, lo cual, en
determinados momentos, no es tan sencillo como parece.
En fin, interesante película que
sin ser nada del otro mundo bien merece tenerla en cuenta por su intriga y
buenas intenciones, sin que a mí personalmente me moleste para nada la ausencia
de una explicación que, desde el punto de vista de los protagonistas (que es el
que nos importa) no tiene una verdadera importancia.
Valoración: Seis sobre diez.
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