Generalmente,
es relativamente sencillo valorar una película, ya sea para bien o para mal. En
algunos casos, sin embargo, se hace realmente difícil encontrar un punto de
equilibrio con el que medir la obra. Explota explota es uno de esos
casos.
Voy
a empezar por estos, empezando por unos personajes que me parecen bastante
antipáticos. La historia va, desde mi punto de vista, sobre una chica que
quiere luchar por sus sueños de bailar pero que se pasa todo el rato huyendo de
los problemas que se enamora de un chico tan guapo como cobarde y mentiroso. Ni
siquiera estoy seguro de que Ingrid García Jonsson y Fernando Guallar estén a
la altura. Es el padre de él, magnifico Pedro Casablanc, un censor muy chapado
a la antigua quien, por más que sus ideas sean arcaicas y reprochables, es el
único íntegro de la historia, pues al menos es fiel a sí mismo. Es cierto que
la película trata de hablar sobre la libertad y la tolerancia (y es curioso
como defiende el empoderamiento femenino desde la sexualidad y el culto a la
belleza), pero para aceptar la premisa es necesario verlo desde la perspectiva
de la época, no con ojos actuales. El propio protagonista hace una defensa
sobre que lo que en una época era malo en otra no lo es, y más allá de lo a
favor o en contra que uno pueda estar sobre la censura la realidad del momento
(está fechada en 1973) es que las acciones de la supuesta heroína deberían ser
vistas, a ojos de la sociedad, como reprochables y ganarse el odio popular. Al
fin y al cabo, aún faltaban casi quince años para la nochevieja más mítica de
la historia de TVE y ni siquiera por aquel entonces lo que sucedió con cierta
cantante italiana fue visto con buenos ojos por gran parte de los españoles.
Es
Amparo, con la piel de Veróniga Echegui, inevitable amiga de la protagonista,
quien también se salva de la quema con un personaje extremadamente blanco y
cargado de clichés, pero a la vez (casi incomprensiblemente) quien en muchos
momentos parece llevar el peso de la acción, incluso en el apartado musical.
Con
una exquisita ambientación de la Madrid de los setenta que, sin embargo, falla
al no saber transmitir el espíritu navideño que se les supone a las fechas, el
verdadero problema que tengo con este musical, del que uno no puede evitar
salir tarareando las canciones, son, precisamente, los números musicales. ¿Están
mal diseñados? Pues no. ¿Rompen la continuidad de la acción? Pues tampoco. ¿Los
actores no están a la altura? Puede ser, pero tampoco es que Emma Stone tenga
una gran voz y La la land sigue siendo una delicia. ¿Qué es lo que sucede
entonces? Pues no sabría decirlo con precisión, pero tengo claro que, como
amante de los grandes musicales, algo me falla cada vez que los personajes se
ponen a cantar. Es como una sensación de artificio, como si el director Nacho
Álvarez no consiguiese insuflar el toque de magia que un producto así necesita
para que funcione. Incluso se denota una falta de naturalidad por parte de los
actores, como cuando un cantante mediocre se enfrenta a un playback y no sabe
disimularlo.
Y,
sin embargo, como he dicho al principio, la película se puede ver con mucho
agrado. ¿es mediocre? Sí. ¿Me ha gustado? También. Me recuerda al debate sobre Bohemian Rhapsody, que algunos la tachan de nefasta pero el la que el poderío de Queen
se impone sobre todo. Es algo similar, pero a menor escala.
Tiene
muchos defectos, pero incluso a pesar de ellos, funciona, más como comedia romántica ligera que como musical, pero funciona. Y muchas veces, las
sensaciones que una película provoca deben sobreponerse a la técnica o al
talento. A mí, en este caso concreto, me basta con eso.
Valoración:
Seis sobre diez.
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