Desde hace ya unas cuantas películas, la filmografía de Mario Casas ha venido definida por su loable esfuerzo de romper con esa imagen de chico guapo encasillado en un cine comercial diseñado para un target fundamentalmente adolescente.
No matarás es un paso más en ese camino
pedregoso en forma de película incómoda casi al mismo nivel de El practicante, cuyos estrenos casi solapado habrá que ver si no le pasa
factura entre sus fans más acérrimas.
Además, No matarás cuenta
con una de esas realizaciones casi experimentales que abusa del plano corto,
que sin llegar al nivel de El hijo de Saúl (por lo de seguir al
personaje de Casas con la cámara pegada a su cogote) recuerda bastante.
También hay en su más algo del Jo,
que noche de Martin Scorsese, con un descenso a los infiernos de un chaval
algo introvertido que tras la muerte de su padre (al que ha dedicado los
últimos años) puede aspirar a empezar a vivir de verdad. Sin embargo, un
encuentro fortuito con una chica que engrandece el concepto de «tóxica» precipita
un sinfín de situaciones violentas y enfermizas que, en una sola noche, marcará
la historia del protagonista, transformándolo para siempre.
Personalmente, no soy muy amante
del estilo visual que propone David Victori, demasiado sucio e intimista, pero
hay que reconocerle su bien trabajo a la hora de conseguir un ritmo endiablado
y adrenalítico, un ritmo que permite que, durante el visionado, se pasen por
alto algunos límites que el guion supera, amenazando con desafiar nuestra
credulidad.
Sé que sin duda el punto más
polémico del film sea su escena final, un desenlace abierto a interpretaciones
y que puede provocar la indignación del espectador medio. No seré yo quien
critique las películas que invita al espectador a pensar, suponiendo casi un
desafío, pero creo que Victori desaprovecha la oportunidad de cerrar el proceso
de transformación del protagonista de manera brillante tan sólo con una apuesta
diferente del uso de la cámara. Pero claro, esto ya sería jugar a ser director,
y se trata de valorar la película que he visto y no la que me gustaría ver.
Al final, lo que queda es otra
gran interpretación de Casas y el ritmo trepidante, junto a una atmósfera tan
acertada como forzada.
Valoración: Siete sobre diez.
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