Incluido en el compendio La sangre manda, El teléfono del señor Harrigan es un elato poco conocido de Stephen King donde se acerca más al drama social que al terror, recuperando el juego entre un joven y un hombre mayor, que ejerce de inesperado mentor, tal y como sucediera, por ejemplo, en Alumno aventajado (que diera pie a la película Verano de Corrupción de Bryan Singer).
El teléfono del señor Harrigan, de John Lee Hancock, es una fiel adaptación del
relato que utiliza la excusa de la posiblemente insana relación entre un chico
y un solitario millonario que lo contrata para leerle novelas clásicas para
hablar de la pérdida materna y el dolor que supone enfrentarse a ello. No
estamos, pese a lo sobrenatural del argumento (al morir el anciano, este se
sigue comunicando con el chico mediante su iPhone,
llegando a actuar incluso como protector del mismo desde el más allá), ante una
historia de terror, por lo que puede que algún espectador se sienta
profundamente decepcionado. Es lo que tiene no conocer la carrera de Stephen
King y quedarse solo con el tópico.
El teléfono del señor Harrigan es un drama, con algunos componentes sociales como el
bulling o la soledad como
referencias, pero que en realidad es una reflexión triste y melancólica ante la
pérdida de la inocencia y la negación a enfrentarse a la tragedia.
Es
cierto que quizá carece del ritmo necesario para mantener el interés durante
todo el metraje, pero la buena química entre el joven Jaeden Martell (conocedor
de la obra de King tras su paso por It
y su continuación) y el siempre genial Donald Sutherland es suficiente
aliciente para acercarse a esta película, aunque cierto es también que tras la desaparición
de este segundo el brillo recae un pelín.
En
fin, una interesante película que, sin embargo, aburrirá a los que esperen solo
sustos y apariciones demoníacas. En esta ocasión, no es de esto de lo que va,.
Y, de vez en cuando, se agradece algo así.
Valoración:
Seis sobre diez.
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