Hablaba hace unos días de J,J,Perry y su irregular Turno de día, insinuando que estaba siguiendo los pasos como director de Chad Stahelski y David Leitch. Pues bueno, puestos a comparar (con todo lo negativo que este ejercicio tiene), David Leitch le acaba de dar una lección al bueno de Perry de cómo hacer una película entremezclando acción y comedia y consiguiendo un resultado espectacular y apabullante.
Con
bastante menos presupuesto que la propuesta de Netflix, Bullet Train es
una locura de película que transcurre mayoritariamente en el interior de un
tren bala dirección a Tokio que se impone (con permiso de Nop!, que aún no ha llegado a las carteleras españolas) como la
gran triunfadora del verano, y ya veremos si no de todo el año.
No
es que la película protagonizada por Brad Pitt (y mil actores reconocibles,
cameos aparte, más) sea perfecta, pero en su segmento, y pensando en el tipo de
público al que va dirigida, casi lo es. Y es que me cuesta encontrarle peros a
un film como este, tan absurdamente disparatado que la evidente inverosimilitud
no tiene cabida en una crítica razonable. Es la magia del humor, que permite
que no nos tomemos las cosas demasiado en serio, así como el propio Leitch
tampoco se las toma. Viendo de las burradas que sobrevive el personaje de Pitt,
me vino a la mente cierta escena igual de imposible de su película Guerra Mundial Z. La diferencia es que
en la obra de Marc Forster sobrevolaba un aurea de seriedad y trascendencia que
el momento en cuestión quedaba ridículo, mientras que aquí todo se recibe con
aplausos y ovaciones. Y no porque Leitch rehúya del drama, que los escasos
momentos serios son muy contundentes, sino porque todo está diseñado para que
el espectáculo prime ante el realismo, chorrones de sangre incluidos,
recordando en cierto modo al cine más loco de Tarantino o Richie.
Poco
vale la pena desgranar de su argumento, siendo mejor encontrarse con las
sorpresas en pantalla. Solo que «Mariquita» es una especie de asesino en plena
etapa zen que debe sustituir a un compañero para un encargo aparentemente muy
sencillo: sustraer un maletín de un tren. Lo malo es que parece que la mayoría
de viajeros de ese tren en concreto tienen sus propias intenciones turbias.
Bullet Train es, pues, dinamita pura, sin dejar un solo respiro
para que el aburrimiento amenace con hacer acto de presencia e incitando, tras
su conclusión, a verla de nuevo para, una vez atados los cabos de su enrevesada
trama, poderla disfrutar de nuevo. No es de esas películas fáciles de olvidar,
sino de las que uno podría ver una y otra vez sin cansarse en ningún momento y
encontrando alguna excusa para sorprenderse de nuevo.
Valoración:
Nueve sobre diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario