Después del revival que estamos viviendo en el cine de grupos o cantantes míticos de la música internacional, era inevitable que tarde o temprano la moda llegara a nuestro país, y tras la flojita Explota explota, inspirada en la cantante italiana Rafaela Carrà, los siguientes en recibir tal honor no son otros que Los Hombres G.
El
musical no es uno de los géneros más prolíficos en España, pese a los éxitos
que fueron en su momento Al otro lado de
la cama y La llamada, así que
habrá que esperar para ver si Voy a pasármelo bien repite tendencia, aunque ya
aviso que no es una película tan redonda como las anteriores, por más que esté
dirigida por David Serrano, guionista, precisamente, de Al otro lado de la cama.
Voy a pasármelo bien no es un musical sobre Los Hombres G, sino que
presenta una historia original (es un decir) inspirada en su obra, tal y como
se hiciera con Mamma mía! y su secuela respecto a Abba, con la particularidad de que la existencia del grupo
sí es parte de la historia, estando por ello la trama muy atada a una época
concreta.
Lo
que tenemos, aparte de las refrescantes canciones de David Summers y compañía
(unas veces originales, otras en la voz de los actores), es un relato simpático
y muy blanco sobre la adolescencia en dos historias paralelas que se sitúan a
finales de los ochenta y en el presente. El regresar a la adolescencia de
aquella época no es nada novedoso y de hecho, por extraño que parezca, la
película que a uno más se le viene a la cabeza mientras ve Voy a pasármelo bien es el It
de Andy Muschietti,y es que si nos olvidamos del componente macabro, la construcción
de personajes y el retrato de la infancia rememora mucho al estilo de Stephen
King.
Por
lo demás, hay demasiados tópicos y lugares comunes como para que nada resulte
sorprendente, más allá del hallazgo que pueda suponer el casting infantil. Esto
propicia que la historia del pasado sea mucho más interesante (pese a lo manida
que resulta) que la del presente, donde los actores no terminan de casar con
sus versiones infantiles y donde la música de Los Hombres G casi pasa a segundo
plano y donde el elemento romántico no termina de funcionar como en la etapa
adolescente.
Estamos,
pues, ante una película muy flojita en cuanto a su argumento, muy plano y
demasiado rendido a tres o cuatro hits del grupo (se debería pedir un esfuerzo
mayor para lograr una mejor sintonía entre guion y canciones) pero que es tan
desenfadada y simpática que se puede disfrutar bastante. Y es que, en el fondo,
no da más que lo que promete desde el propio título: ayuda a pasárselo bien.
Puede que Los Hombres G merecieran más (o no, no lo sé, el caso es que ellos mismos están metidos en el proyecto, así que…), pero ya valdrá la pena si sirve para abrir puertas y, cuando menos nos lo esperemos, nos llega una película de Mecano, Duncan Dhu o cualquier otro grande de la época.
Valoración:
Seis sobre diez.
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