Al
ver la sinopsis de Paper girls,
recién estrenada (toda la temporada de golpe) en Amazon Prime, la conclusión parece fácil: unas niñas recorriendo su
pueblo en bicis, en plena década de los 80’, enfrentándose a fenómenos
paranormales invita a pensar en que estamos ante una réplica, en clave
totalmente femenina, de Strangers things.
Y aunque a primera vista pueda parecerlo, lo cierto es que las diferencias son
notables, hasta el punto llegar a ser dos propuestas radicalmente diferentes.
Sin entrar en el pantanoso terreno de los spoilers, la historia nos presenta a cuatro niñas que coinciden como repartidoras de periódicos cuando se embarcan por accidente en un viaje temporal que las llevará hasta 2019. Por lo tanto, esto va de saltos en el tiempo, paradojas y guerras secretas, pero, por encima de todo, va sobre cuatro niñas en esa complicada edad en la que sus vidas comienzan a tomar un rumbo concreto.
Y
es que Paper girls rehúye abusar de
la nostalgia ochentera de otros productos similares para centrarse más en sus
personajes, algo que puede resultar en que el arranque de la misma se le antoje
demasiado lento a algún espectador, pero lo cierto es que consigue que nos
encariñemos con las protagonistas (perfecto trabajo de casting) desde el primer
momento, resultando ser un análisis sobre el paso de la infancia a la madurez
mucho más inteligente de lo habitual. La gracia aquí no es que se descubren a
sí mismas de manera natural, sino enfrentándose a sus propios futuros, lo que les
obligará a aceptar verdades sobre las que no están preparadas, y así lidiar con
temas más o menos mundanos, como la primera menstruación, a otros mucho más
importantes, como el abandono familiar, el miedo al fracaso o incluso la
muerte.
Pero
no os asustéis, no estoy diciendo que por ello se deje de lado la parte más
fantástica de la trama. Solo que la combinación entre ambas es muy orgánica,
consiguiendo así que los personajes importen y tengan una personalidad
brillante.
En
resumen, una propuesta muy estimulante, con personajes que se dejan querer
incluso en sus momentos más odiosos, un
enrevesado juego de bucles temporales que invita a esperar con ganas una
segunda temporada y una fidelidad respetuosa con respecto al comic que adapta.
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