A lo largo de la historia del cine siempre han existido directores con cierto aura de intelectualidad que han mantenido un feliz coqueteo con la crítica y que han despertado sentimientos encontrados entre el público, provocando pasiones irracionales que hacen que los adores o los odies. Hasta hace un tiempo, solían ser autores de prestigio pero con cierta marginalidad, genios difíciles de clasificar, como podrían ser David Lynch o Terence Malik, pero últimamente se está dando el fenómeno en autores de blockbusters, realizadores de productos mainstream, como Christopher Nolan o Denis Villeneuve.
Con
¡Nop! Jordan Peele entra oficialmente
en ese selecto grupo, consiguiendo un record impensable (ser el primer director
en superar lo cien millones de recaudación en los UA con sus tres primeras
películas) y dando un nuevo sentido al cine de suspense. Tras la sorpresa de ¡Déjame salir! y la confirmación de Nosotros, con ¡Nop! deja un poco de lado la reivindicación racial tan presente en
sus propuestas (aunque no del todo) para hacer una burla de la búsqueda de la
fama rápida y el consumismo del espectáculo de nuestra época, usando como
vehículo una entidad extraterrestre que sobrevuela una granja en el valle de
Santa Clarita, California.
De
nuevo Peele ha satisfecho a la crítica y, parece, al espectador, sumando un
nuevo triunfo a su currículo, con una película que se ha definido como una obra
maestra del terror y se ha querido comparar con el cine de Spielberg. Algo de
esto último hay (aunque no tanto como de la muy superior Señales de Shyamalan), pero ya anticipo que poco he encontrado de lo primero.
No
voy a destrozar ¡Nop!, ya que es una
de esas películas a las que conviene acceder sin saber nada de ella y el hype que está levantando sin duda puede
llegar a transformarse en decepción, como fue mi caso. Lo cierto es que si con Men (Garland es otro que podría sumarse
a esta lista de directores de reacciones viscerales) salí descolocado pero
satisfecho, ¡Nop! me aburrió en
demasiados momentos, no despertando en mi nada del supuesto terror que promete
y sintiéndome algo engañado. Es de esas propuestas en las que entiendo lo que
me quieren contar pero que no comparto el modo. Por ejemplo, entiendo el viaje
emocional del protagonista tras la muerte de su padre, pero no creo que ese
viaje esté bien resuelto. Entiendo la crítica al patetismo del espectáculo
caduco de generaciones pasadas, pero no apruebo los injertos de la historia de
Gordy que, metáforas aparte, poco aportan a la trama más que entorpecer el
ritmo, y, pese a la contagiosa alegría del personaje de Keke Palmer, me irrita
la desidia de Daniel Kaluuya, que entiendo que hace lo que el director le pide,
pero que me daba ganas de abofetearle la cara cada vez que salía en pantalla
para hacerle reaccionar.
En
resumen, que Peele compone una película que resulta muy interesante vista desde
el tráiler pero cuyo ritmo (lo que no debería desmerecer una preciosista
fotografía) no conduce a ningún sitio, la ausencia de respuestas es
desesperante en lugar de intrigante y el diseño final del ser roza lo patético.
Eso sin mencionar que, a poco que se le quiera dar un racionamiento serio a lo
que sucede (esto no es una fantasía de superhéroes, es un drama familiar con
aspiraciones críticas) la trama hace aguas por todas partes.
En
resumen, una obra maestra del terror que, a mi entender, no asusta en ningún
momento y que yo, personalmente, voy a suspender. Igual el raro soy yo…
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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