Después de una combinación de películas y series algo tambaleante a causa de los reajustes impuestos por la pandemia y las cenizas provocadas por la explosión triunfal que fue EndGame, la Fase Cuatro del UCM ha concluido al fin no sin pocas críticas por la bajada de calidad o interés de sus propuestas. Se suponía que la película que cerraba la fase, la secuela de Black Panther, iba a ser la que subiese el listón y diese un manotazo sobre la mesa, pero ya os digo –y esta es sólo mi modesta opinión-, que no ha sido así, considerando que Dr. Stanger y el multiverso de lalocura o incluso la infravalorada Eternals (dejo de lado Spiderman: no way home por lo de no ser 100% Marvel) están un peldaño por encima de la nueva película de Ryan Coogler.
Es
cierto que Black Panther: Wakanda forever
nació ya con no pocos problemas. A la inesperada muerte de Chadwick Boseman
cuando ya estaba arrancando la producción y los cambios que hubo que hacer al
guion deprisa y corriendo hay que añadirle las pesadillas que, al parecer, ha
provocado la actriz Letitia Wright debido a su postura negacionista con
respecto a las medidas de seguridad contra la Covid-19 durante el rodaje. A eso
hay que sumarle la necesidad de distanciar al antagonista del film, Namor, de
la versión de Aquaman ofrecida por Warner
en el DCEU, consiguiendo que
finalmente el personaje interpretado por Tenoch Huerta se parezca al rey de
Atlantis de las viñetas como un huevo a una castaña (y eso que a la postre
tampoco es que el Aquaman de Jason Momoa tuviera mucho que ver con su
contrapartida comiquera).
El
caso es que desde el primer momento queda claro que Wakanda forever debe funcionar como homenaje a Boseman, cosa que no
solo me parece estupendo, sino que considero que era de justicia, pero de ahí a
ser una pleitesía constante hay un largo trecho. Tanto, que el problema más
grande que tengo con la secuela de Black
Panther es la desaparición del personaje de Black Panther, convertido aquí
en un fantasma al que se le espera durante demasiado tiempo y que cuando al fin
aparece ni luce como merece ni está a tiempo de arreglar el desaguisado.
No
es Wakanda forever una mala película,
ni mucho menos. Pero sus excesivos 161 minutos dan para mucho, incluso para el
aburrimiento. Y, sin embargo, queda la sensación de que falta tiempo para explicar
mejor las cosas. Me viene a la mente, por ejemplo, la presencia superflua del
ejército de Namor (¿realmente pinta algo Namora), la aparición casi gratuita de
Everett Ross y Valentina Allegra de Fontaine (más allá, la segunda, de servir de nexo entre películas y adelantar
su participación en Thunderbolts), lo
desaprovechada que resulta IronHearth o la nula mención a Zemo después de los
sucesos de Falcon y el Soldado de Invierno.
No es, insisto, una mala película. Debería calificarla de buena, incluso. Tiene una gran dirección e interpretaciones muy potentes (destaco a Angela Basset, siendo el tal Huerta de lo que menos me ha gustado). Pero a la vez acumula demasiadas cositas que no me han terminado de funcionar como para evitar sentirme decepcionado de la misma. No es que en su momento fuese de los que quedase enamorado de la primera Black Panther (me alegré de su nominación al Oscar por mi condición de marvelita confeso, pero a la vez lo encontré fuera de lugar), pero lo que tengo claro es que vistos los derroteros de esta continuación (con decisiones que, creo, son un error por parte de Marvel) no me apetece nada la hipotética Black Panther 3.
Y
esto no tiene nada que ver con decisiones polémicas como el cambio de identidad
de Namor (este no es Namor, pero no por cuestiones de etnia) o el mensaje
feminista que ya empieza a ser muy repetitivo. No. Mi problema, aparte de los
momentos aburridos que hay en su ritmo, es que la trama no me enganchó en
absoluto. Es muy emotiva, cosa que me parece bien, y juega a provocar la lagrimita
en no pocas ocasiones, pero la ausencia de Boseman (o de T’Challa, que para el
caso es lo mismo) no debería traducirse en la ausencia de Black Panther. Es esa
falta de protagonismo, de liderazgo con el que alguien tome el control de la
historia, lo que me invita a perder el interés en la misma y conformarme con lo
mismo que ya me ofreció Coogler en la primera entrega: un buen pulso visual,
gran banda sonora y muy vistoso vestuario.
No
hay nada a nivel narrativo que justifique la decisión de Kevin Feige de cerrar
la Fase Cuatro en este punto, pero a
nivel conceptual me parece un acierto. Dejando de lado las apuestas seguras de
Spiderman y Dr. Strange, el resto se ha caracterizado por no saber exactamente
hacia donde se quería dirigir. Esperemos que, con la llegada de Marvels, la Fase Cinco sea la que se dedique a enderezar el rumbo.
Valoración:
Seis sobre diez.
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