martes, 9 de septiembre de 2014

L'ENDEMÀ (3d10)

Vaya por delante que soy totalmente contrario a las películas que, disfrazadas tanto de documental como de obras de ficción, convierten el espectáculo del cine en un panfleto propagandístico para expresar (imponer) las ideas de sus productores o director, ya sea de corte político, religioso o moral, lo cual –huelga decirlo- no es imperativo del noble intento de ilustrar o aleccionar.
Dicho esto, me aproximé al cine a ver este documental tratando de abrir mi mente y dejar mis ideales en la puerta para ver que me podía ofrecer la señora Isona Passola:
Lo que se ve: Una pareja discute en la intimidad de su dormitorio. Ella está harta de no sentirse valorada y lo abandona, ignorando los ruegos de él que insiste en que estarían mejor juntos. Correcta metáfora del (supuesto) deseo de separatismo de Cataluña en referencia al estado español que se entiende con simpatía hasta que se insiste más adelante recargando ya la obviedad. A partir de ahí, se nos muestra un proceso de casting que invita ya a desconectar de la película (para ver Operación Triunfo me quedo en mi casa) hasta que por fin se llega a los títulos de crédito (curioso que una película que se supone trata sobre la identidad arranque con una canción en inglés –que será, será- por más que lo intenten arreglar en la escena final) y comienza la función adoctrinando al respetable mediante tres recursos: la participación de reconocidas personalidades hablando directamente a cámara, la escenificación de supuestas conversaciones entre otros tantos expertos con cuatro jovenzuelos que simbolizan a los indecisos ante la postura del Independentismo y, finalmente, varios esquetches a modo de teatrillo en el que esos cuatro chavales representan escenas cotidianas pretendiendo repetir la metáfora inicial sin el mismo grado de acierto.
Es loable que el deseo de Passola sea permitir la identificación de todos aquellos catalanes recelosos con los protagonistas, por lo que se ha recurrido a cuatro actores elegidos mediante el mencionado casting, lo cual ayuda en algunos momentos a conseguir esa identificación pero lastra demasiado en otros por las escasas dotes interpretativas de alguno de ellos, mientras que las pantomimas que les obligan a hacer caen, en algunos momentos, en el ridículo más absurdo, como en el momento del tren de juguete.
Finalmente, Passola recurre a una última y definitiva metáfora al comparar el proceso de creación de una nueva Cataluña con un montaje de andamiajes en una nave vacía, metáfora que no termina de funcionar tampoco demasiado bien pues el desarrollo visual de la misma no es suficientemente clarificador.
Lo que se dice: Cataluña ha de ser independiente. Será lo mejor para todos y viviremos más cómodos, con menos impuestos y en constante progresión. Y además, cogiditos de la mano del resto de España que, superada la pataleta inicial, serán nuestros amistosos vecinos y nos querremos mucho y viviremos felices para siempre… Este es el resumen del panfleto este que, por más que digan que va dirigido a los indecisos y que pretende plantear las realidades de la situación, obvian por completo la postura contraria. Nadie, por supuesto, aparece en pantalla para defender el NO a la Independencia ni explicar todos los perjudicios que tendría esa supuesta separación de España, por más que es por todos conocidos que muchos empresarios, políticos, artistas… catalanes (tan validos como los que aparecen opinando en el film) sean de esa opinión. No es que la película mienta, que supongo que no lo hace, pero manipula, tal y como si la Gestapo hubiese hecho una película defendiendo la aniquilación de los judíos o si la Warner hiciera una serie de documentales argumentando que Linterna Verde es mejor que Guardianes de la Galaxia. Sin duda en ambos casos se plantearían argumentos reales para demostrar sus puntos de vista, pero si no se muestra el lado contrario no se está invitando al debate, sino a la imposición.
Finalmente, lo que más me ha molestado de L’endemà, es la insistencia que se hace en todo momento en que se debe respetar la opinión de los catalanes y que España no puede poner traba a lo que todo un pueblo desea. Independientemente de que el día nueve de noviembre se celebre o no una consulta (y no voy a entrar en ello ni a dar mi punto de vista porque este es un foro de cine y no de política), hasta que ello no suceda no se puede dar por segura la opinión de los catalanes. Así que una cosa es que (como espectador y como catalán) me quieran imponer unas ideas (si no me gusta me bastaría con no haber ido al cine) y otra muy diferente es que tengan la osadía de hablar en mi nombre. Y por eso sí que no paso.
En definitiva, una larga (y por momentos aburrida) colección de opinadores hablando a la cámara (algunos, como Sala i Martí, son un gran acierto, otros le hacen un flaco favor a la causa con sus interpretaciones o puestas en escena), unos episodios simpáticos pero olvidables con cuatro (imagino) aspirantes a actores (sólo Anna Gonzalvo tiene algo de bagaje) a los que les queda mucho camino por delante  y alguna que otra mentira (o maquillaje de la realidad, que para el caso es lo mismo) para definir un documental manipulador y cansino y que encima pretende tener un aire reconciliador para con el resto de España que ni siquiera le otorga la valentía de polemizar a fondo como si de una patochada de Michael Moore se tratase.
Pienso, sinceramente, que decepcionará a los independentistas. Los no independentistas, simplemente, la ignorarán.

2 comentarios:

  1. Pues sí, es un error llamar "documental" a lo que tiene toda la pinta de ser propaganda pura y dura. Incluso Michael Moore, a quien muchos acusan de tendencioso, incluye en sus películas entrevistas a quienes sostienen tesis contrarias a la suya. En fin. Igual que ahora se venden camisetas, chanclas, tangas y toallas de calidad dudosa solo porque llevan estampada una estelada, seguramente esta peli se mantendrá en cartelera por el mismo motivo.

    ResponderEliminar
  2. Sin pretender que un ejemplo sea una muestra generalizada, puedo afirmar que en un cine de Cataluña, el día del estreno, en una sala con capacidad para 22 personas, sólo tres espectadores habían ido a verla. personalmente creo que el hecho de que se pueda mantener en cartelera (de que se haya estrenado, incluso) responde más a motivos políticos e ideológicos que a comerciales.

    ResponderEliminar