Antes
de entrar en lo que es el análisis propio de la película, el visionado de la
misma me surgió una reflexión que quiero compartir con vosotros.
Si
tenemos en cuenta que una película se filma siempre con la intención de cumplir
un objetivo, ¿la consecución de este es el que determina su calidad? Lo diré de
otra manera: si una comedia es aparentemente muy mala (está mal dirigida, los
actores son patéticos y el guion de lo más absurdo posible) pero nos hace reírnos
hasta tener agujetas en la mandíbula, ¿debemos replantearon la acusación de
película mala?
Y
es que Si decido quedarme es, en
apariencia, una película mala. Los actores (porque, aunque no lo parezca, actúa
más gente que Chloë Grace Moretz, casi omnipresente en todas las escenas) no
están mal y el director, sin realizar ningún alarde visual, no desentona. Pero
la historia flojea por todas partes. El ritmo está mal calibrado y el montaje
paralelo entre dos momentos temporales no ayudan demasiado. Y, lo que es peor,
resulta soberanamente aburrida.
Sin
embargo, esta claro desde el principio que busca un objetivo único: hacer
llorar. Y ese objetivo se cumple. Aún pese a estar medio vacía la sala en la
que estuve, noté a mi alrededor el sonido de contención de lágrimas, el tráfico
de cleenex y las miradas avergonzadas al encenderse las luces. Así, ¿tengo
derecho a condenar la película?
El
caso es que estamos ante la historia de Mia Hall, una muchacha que se siente
como pez fuera del agua al ser una enamorada de Beethoven y del chelo en una
familia dominada por el rock más puro, que se coronará con el enamoramiento
total y absoluto del líder de una banda ascendente en el mundillo musical local.
Pero todo cambiará cuando un accidente de coche amenace con sesgar las vidas de
los cuatro componentes del núcleo familiar (hay también un hermano pequeño). Entonces,
el espíritu de Mia escapa de su cuerpo y, como si en una variante ñoña de Ghost se tratase, verá en primera
persona todos los sufrimientos que el accidente ha provocado en sus seres
queridos a la par que irá recordando sus amoríos y desengaños con su adorado
Adam.
Basada
en una novela (¡cómo no!) de una tal Gayle Forman, se trata de un drama muy
dramático que pretende ir en la línea de Bajo
la misma estrella (la chica inadaptada pero talentosa, el amor
adolescentemente empalagoso, los diálogos pretendiendo ser brillantes que rozan
la pedantería…) pero que no tiene la chispa ni la agudeza de aquella, por lo
que logra hacer sufrir pero no conmover ni seducir.
Pese
a contar con algún secundario de lujo como Mireille Enos o Stacy Keach, Chloë
Grace Moretz es la estrella absoluta de la función, quien carga con todo el
peso y la responsabilidad (para bien o para mal) y que pese a esforzarse lo
máximo no es presencia suficiente como para evitar que su tragedia se nos
antoje eterna y hastiante.
Si decido quedarme es aburrida, cansina y lenta, y para colmo de males,
en su edición española (desconozco si los responsables proceden de los USA o si
es cosa nuestra) nos medio spoilean el final (previsible por otro lado) en la
misma concepción del título.
Hay
mucho sufrimiento y dolor. Tanto, que llega un momento que empezamos a
insensibilizarnos, que cada mala noticia nos la tomamos con un “¡anda ya!” y
casi nos empieza a dejar de importar el destino de los protagonistas.
Pero,
pese a todo, hace llorar. ¿Es eso suficiente? Yo creo que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario