John
Le Carré siempre ha sido un autor difícil de adaptar al cine. Mucho más que,
por ejemplo Tom Clancy, por más que ambos traten tramas relativamente
similares. Pero mientras el americano siempre se ha decantado por aventuras más
adrenalíticas, sobre todo las centradas en las andanzas de Jack Ryan, el
británico ha apostado más por tramas elaboradas centradas en el espionaje, de
protagonistas de carácter duro y giros tan intrincados que en ocasiones
resultan complicados de seguir.
La Casa Rusia, El Sastre de Panamá
o El jardinero fiel son ejemplos de
títulos interesantes pero que no llegaron a la redondez precisamente por esos
motivos y El Topo, película sobre la
que la crítica se deshizo en elogios, a mí me aburrió soberanamente.
El hombre más buscado cuenta, de entrada, con una ventaja sobre sus
predecesoras, y es lo bien que se sigue el argumento. Quizá influenciada en
exceso por producciones televisivas como Homeland,
la trama es bastante lineal y el hecho de repartir el peso de la misma en
diversos protagonistas, algunos de los cuales (como la abogada Annabel que
interpreta Rachel McAdams –deliciosa y brillante, como siempre- o el banquero
Tommy Brue al que da vida Willem Dafoe) no tienen nada que ver con el servicio
de inteligencia, ayuda a hacer más comprensible la trama.
El hombre más buscado es una de esas historias post 11S que inciden en el
miedo y el desconcierto que surgió tras descubrir los Estados Unidos que no
eran tan invulnerables como se creían. Debido a que gran parte del atentado se
gestó en Hamburgo, esa ciudad alemana sigue siendo foco de atención para los
servicios de inteligencia de medio mundo, y allí se encuentra Günther Bachmann,
controlando a cualquier sospechoso que se separe lo más mínimo del rebaño. Por
eso, cuando aparece de la nada un chico de religión musulmana que resulta ser
hijo de un déspota ruso, saltan todas las alarmas. Pero el joven asegura que
está huyendo de las torturas que sufrió en su Rusia natal y, siendo heredero de
una importante cantidad de dinero, lo único que desea es limpiar su nombre y
contacta para ello con una abogada joven e idealista que se enfrentará a
Bachmann hasta convertir el asunto en algo personal si es necesario.
Evidentemente,
se trata de un film basado en el miedo y la desconfianza en el que nunca se sabe
quien es el verdadero enemigo y que se apoya, sobre todo, en unas magníficas
interpretaciones gracias a un espectacular reparto que completan Robin Wright,
Daniel Brühl, Nina Hoss, Grigoriy Dobrygin como el torturado/presunto
terrorista y Homayoun Ershadi como Abdullah, un respetado empresario que se
considera sospechoso de subministrar dinero para armas a grupos terroristas y
verdadero objeto de la investigación del equipo de Bachmann, que, por si fuera
poco, deberá lidiar también contra el propio servicio de espionaje alemán y
contra los americanos.
Eficientemente
dirigida por Anton Corbijn, quien ya despuntará con El Americano, con George Clooney, el único punto débil de la
película, a mi entender, es que todo sucede con relativa facilidad. Los
inconvenientes que se encuentra por su camino Günther Bachmann son resueltos
sin mayores problemas y echo en falta algún obstáculo o giro inesperado que me
invite a pensar en la posibilidad de un fracaso de la operación. Es, sin embargo,
una pega menor y bastante personal que no se debe tener en cuenta ante una
película inteligente, entretenida y muy emocionante que, sin embargo, pasará a
la historia del cine por un motivo muy diferente.
Y
es que El hombre más buscado es el
testamento cinematográfico de Philip Seymour Hoffman, verdadera alma del film,
que compone aquí su último trabajo completo (nos queda por ver de él las dos
partes de Los Juegos del Hambre: Sinsajo)
con la composición de un antihéroe que bien podría representar su propio estado
de ánimo (bebedor, fumador y derrotista) en una terrible premonición de su
precipitado final.
Tristezas
aparte, debemos quedarnos con la parte positiva, y es una interpretación grandiosa
que debe recordarnos, hasta las últimas consecuencias, lo gran actor que era,
quizá de los mejores de su generación.
La
película está dedicada a él. No es para menos.
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