Sigo aprovechando el confinamiento para descubrir películas que no se hayan dejado ver en pantalla grande. Y aunque Amazon como productora suele estrenar en cines, The Report es una de esas excepciones donde la película ha sido destinada, al menos en nuestro país, directamente al streaming. Definitivamente, los tiempos están cambiando.
A menudo se utilizan frases hechas para definir una película o para valorarla. Me viene a la mente, por ejemplo, eso tan trillado de «la ciudad es un personaje más» o, la que más me divierte: «es una película necesaria».
Si determinamos que el cine, tanto el más culto e intimista como el blockbuster uro y duro, parte con la finalidad de entretener, ¿la necesidad de conocer la realidad de una historia debe influir en la valoración de una película? No lo creo. De un documental, posiblemente sí. Pero no de una película de ficción. Porque, no lo olvidemos, el cine es ficción, más allá de lo fidedigno que pueda llegar a ser lo que narra.
Digo esto porque esa «necesidad» de dar a conocer la historia es lo que más mueve a The Report, escrita y dirigida por Scott Z. Burns, quien viendo su trayectoria como guionista y productor no cabe duda que es un autor comprometido con la causa, y producida por Steve Sodelbergh. Como ya sucediera con la historia de Katherine Gun (Keira Knightley en Secretos de estado), la película versa sobre la conveniencia de sacar a relucir los trapos sucios del gobierno de los Estados Unidos y si ese acto se puede considerar de patriotismo o traición.
En este caso es Adam Driver quien se pone en la piel de Daniel Jones, quien a las ordenes de la senadora Dianne Feinstein se encarga de investigar y sacar a la luz los métodos de tortura de la CIA en prisioneros islamistas tras los atentados del 11-S.
Ciertamente, la película es dura y revela una serie de verdades que no pueden menos que escandalizar, pero de nuevo me veo en la obligación de recalcar que esto no es un documental, sino una película. Pese a contar con un interesante reparto (están por ahí Annette Bening, Jon Hamm, Corey Stoll, Michael C. Hall o Jennifer Morrison, entre otros), la película se podría casi reducir en decir que va sobre «gente que habla». Reuniones en despachos, conversaciones en salones y cosas así. Muy poco cinematográfico. Un buen trabajo de actores, diálogos grandilocuentes y la necesidad de ser un verdadero apasionado sobre el tema para hacer que la película no resulte soporíferamente aburrida. Sí, la película es muy realista y lo que cuenta se debe conocer, pero desde el punto de vista artístico no hay nada que interese de verdad más allá de saber si van a conseguir callar al protagonista o si el informe llegará a salir a la luz (aunque si uno es muy ducho en política americana posiblemente lo sepa de antemano). Porque sobre el tema principal, no hay duda alguna. Ya el título, en realidad, reza así: The torture report, sin dar pie a que se especule sobre si hay algún misterio detrás o no. Los agentes de la CIA torturaron y se da por hecho desde el minuto uno. Fin de la película.
En fin, buenas intenciones que en este caso no bastan (a mi al menos no) para componer una película interesante que ni el bueno de Driver puede llevar a buen puerto.
Valoración: Cuatro sobre diez.
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