Reza
una canción de enrique Bunbury: Allá donde
voy, me llaman el extranjero; dondequiera que estoy, extranjero me siento. Esta
frase podría ser una buena manera de empezar a definir Brooklyn.
Con
una inmensa Saorise Ronan merecedora de todos los calificativos positivos
posibles, Brooklyn es un cuento
triste y desangelado sobre la inmigración, pero no centrado en el drama de las
personas que abandonan el hogar con una mano delante y otra detrás a malvivir
lejos de casa, sino en la tristeza y la pérdida de identidad de aquel que deja
su identidad junto a su tierra para no poderla recuperar nunca más.
La
vida no es dura para su protagonista, Eilis, ya que esta chica irlandesa de
pueblo viaja a Brooklyn con sus papeles en regla y allí le espera una casa y un
trabajo, pero es en su cabeza donde se cuece el drama. La familia a la que deja
atrás, el mundo desconocido que la abruma y amenaza con devorarla… Eilis no logra
convertirse en una americana para descubrir, cuando regresa a casa, que también
ha dejado de ser irlandesa.
Sobre
esa falta de identidad versa una película cuyo principal pecado es ser siempre
demasiado amable, demasiado suave con las aventuras de Eilis a uno y otro lado
del charco en un mundo que parece de carecer de maldad y donde América se
revela, una vez más, como la tierra de las oportunidades. Con producción
británica, irlandesa y canadiense, Brooklyn
es, en el fondo, una carta de amor a la ciudad de Nueva York, símbolo del sueño
americano (no es casualidad que el nombre de la muchacha se parezca tanto al de
la Isla de Ellis, lugar de paso obligado para los inmigrantes).
Hablaba
hace un rato de la poderosa interpretación de Cate Blanchet y Rooney Mara en Carol, pero es evidente que si algo
destaca en Brooklyn por encima de todo, es Saorise Ronan, una joven actriz
capaz de mejorar con cada papel que hace que rechaza clichés para aceptar
propuestas más arriesgadas interpretativamente como esta. Ella es la que
mantiene viva la película y la que consigue, con su abanico emocional, provocar
los altibajos que no consigue un guion demasiado plano.
Valoración:
siete sobre diez.
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