Cada
vez que se estrena una película de estas características, no puedo evitar
pensar: “Will Smith, tú antes molabas…” ¿Dónde se ha quedado el divertido y
descarado protagonista de El príncipe de
Bel Air, Dos policías rebeldes, Hombres de negro o Independence Day?
No
sé si fue tras su paso a la cienciología (de ser así, su amigo Tom Cruise se lo
sabe montar mucho mejor) o por creerse mejor actor de lo que realmente es, pero
últimamente el actor de Philadelphia parece haberse empeñado en protagonizar dramas
de corte lacrimógeno como aquella aburrida En
busca de la felicidad (cuya moraleja final era que el secreto de la
felicidad radica en conducir un Ferrari), Siete
almas (esa ya ni la vi) o convertir en un tostón cargado de autocompasión
la fabulosa novela de Richard Matheson Soy
leyenda (y “cosas” como After Earth
me las dejo en el tintero). Esperemos que con su participación en la coral Suicide Squad y su retorno a Dos policías rebeldes (ya que declinó
aparecer en la secuela de Independence
Day) la cosa se anime un poco.
El
caso es que viendo el tráiler y el argumento de La verdad duele no me cabía la menos duda de que Smith seguía por
el mismo camino de la lágrima fácil y el melodrama de corte televisivo. Sin
embargo, sin llegar a ser una obra maestra ni de merecer los premios o siquiera
nominaciones que está recibiendo, la película es un interesante retrato de unos
hechos reales que sacudieron el mundo del futbol americano hace ya unos años.
Smith
interpreta al doctor nigeriano Bennet Omalu que, tras realizar la autopsia de
una leyenda del deporte que aparentemente enloqueció en sus últimos días,
descubre una nueva enfermedad que denomina ETC consecuencia de los múltiples
golpes que un jugador profesional recibe en la cabeza a lo largo de todos sus
años como deportista. Con el apoyo de su mujer Prema (Gugu Mbatha-Raw), su jefe
el doctor Cynil Wecht (Albert Brooks) y el medico vinculado al deporte Julian
Bailes (Alec Baldwin), Omalu debe enfrentarse a todos los estamentos de la NFL,
que preocupados por ver peligrada su popularidad convierten la campaña del
forense en una guerra contra el futbol.
Esta
es, como se suele decir, una historia que debe ser contada, algo parecido a lo
que podíamos decir de películas como Spotlight,
La chica danesa o Sufragistas, títulos muy diferentes
entre sí en cuanto a argumento como calidad.
Filmada
con buen tino por Peter Landesman, en su segunda película tras Parkland, se le puede echar en cara un
cierto tufillo a patriotismo que igual no viene demasiado a cuento, con un
discurso por parte del inmigrante nigeriano sobre las excelencias del país de
la Libertad que deslucen el resultado final y rechinan en medio de un supuesto
film de denuncia como si Landesman temiese ofender al pueblo americano tal y como
le sucede a su protagonista.
Con
un reparto muy solvente y una historia interesante, la película describe bien
los hechos sucedidos, más centrados, eso sí, en la figura del propio Omalu que
en la lucha entre el mundo científico y los intereses económicos de la NFL.
Lástima
que, por graves que fuesen los hechos y por mucho que se anuncien
consecuencias, al final la vida avanza menos que la ficción y las cosas no
cambian tan fácilmente. Por mucho que en la película teman una crisis en el
mundo del futbol, los que vieran la semana pasada la final de la Super Bowl y
las cifras que se manejaron se darán cuenta de que mucho daño lo les hizo os
descubrimientos de Omalu. Como la investigación de Spotlight no evitaron lo
sucedido con los Maristas.
Valoración:
6 sobre 10.
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