miércoles, 24 de febrero de 2016

¡AVE, CÉSAR! Carta de amor sin contemplaciones.

Era muy esperada la última comedia de los Hermanos Coen, más después de que sus últimas incursiones cinematográficas fuesen en un ámbito más serio como Valor de Ley, A propósito de Llewyn Davis o su guion para El puente de los espías.
Con ¡Ave, Cesar! Retoman ese tono desenfadado y casi absurdo que tan bien supieron explotar en títulos ya clásicos como El gran salto o El gran Lebowsky y con la que rematan lo que ellos mismos han denominado “la trilogía de George Clooney estúpido” que se completa con O brother! y Crueldad intolerable.
La película se anunciaba (y así o confirmaba su tráiler) como un homenaje al Hollywood más clásico, aquel que vivió una época dorada en la que fue conocido como “la fábrica de sueños”. 
Pero parece que este homenaje no ha sido del gusto de todos, estando recibiendo la película injustos palos por todas partes. Puede que el problema no esté en la película en sí, sino en las expectativas que uso directores como los Coen pueden generar (aunque sus mejores trabajos han estado siempre alejados del humor puro, como en la magnífica Fargo, algo que pudo pasar también con la interesante aunque no excelsa Regresión de Amenábar. Yo prefiero valorar una película por lo que aporta, dejando las expectativas en la puerta y sin condenarla por lo que sus autores podrían haber hecho en otros tiempos.
Y vista así, ¡Ave, Cesar! es más que un simple homenaje. Es una verdadera carta de amor a la industria del cine. Es un análisis en tono de humor paródico (que no de burla) de un día dentro de las entrañas de un gran estudio, con el personaje de Josh Brolin (inmenso) como guía conductor de una especie de recorrido turístico que nos llevará por el mundo de los musicales, las comedias, los westerns o las superproducciones bíblicas.
Si pudiésemos valorar la película como una serie de escenas aisladas, como un retrato de los diversos géneros a través de breves momentos de rodajes en cada uno de los platós de un enorme estudio, quizá podríamos definir la película como magistral. Es en su argumento general (el secuestro de una gran estrella por parte de un grupo comunista) cuando la historia cojea un poco. Como si se tratase de una mera excusa, una simple historieta sin demasiada chica, para mostrarnos lo que sucede alrededor. Es, si me permiten ponerme metafórico, como la propia creación de una película, donde los focos se centran en el rodaje pero las verdaderas historias pueden estar sucediendo alrededor.
Con Josh Brolin como el auténtico rey del cotarro y Clooney, el galán secuestrado, haciendo de segundo de a bordo, la película se nutre de un sinfín de estrellas que  decoran y dan brillo a la función, por más que en algunos casos sean poco más que cameos de una sola escena. Así, podemos contemplar a Alden Ehrenreich, Ralph Fiennes, Scarlett Johansson, Tilda Swinton, Frances McDormand, Channing Tatum (fantástica su aparición), Christopher Lambert o Jonah Hill entre otros.
Los Coen aman al cine, y lo demuestran con cada retablo aquí representado, con los guiños a películas de sirenas de Esther Williams, de musicales como los de Fran Sinatra, con galanes del western seduciendo a fotocopias de Carmen Miranda, con directores que recuerdan mucho a Michael Curtis y , femmes fatales que podrían ser un retazo de Loretta Young, la caza de brujas mccarthyana, anécdotas con personajes reales coladas entre la ficción, péplums bíblicos, las hermanas periodistas inspiradas en Hedda Hopper, la presencia de la única mujer montadora que hubo, y así un infinito número de homenajes, muchos de ellos apenas perceptibles por la mayoría del público (¿alguien sabría decir cuándo aparece Dolph Lundgren en pantalla?).
Así, sin alcanzar ni mucho menos la perfección, los Coen logran plasmar en imágenes la pasión que sienten por un mundo y una época como pocos sabrían hacer, transmitiendo la misma emoción que lograba Scorsese con La invención de Hugo o Michel Hazanavicius en The Artist, pero con mucho más brillo y esplendor y, sobre todo, sentido del humor.
En resumen, un magnífico divertimento para todos los públicos pero que hará las delicias especialmente a aquellos otros enamorados del cine que sepan conectar con el lenguaje de los 
Coen.
Yo he sido uno de ellos.

Valoración: 8 sobre 10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario