Era
muy esperada la última comedia de los Hermanos Coen, más después de que sus
últimas incursiones cinematográficas fuesen en un ámbito más serio como Valor de Ley, A propósito de Llewyn Davis o su guion para El puente de los espías.
Con
¡Ave, Cesar! Retoman ese tono
desenfadado y casi absurdo que tan bien supieron explotar en títulos ya
clásicos como El gran salto o El gran Lebowsky y con la que rematan lo
que ellos mismos han denominado “la trilogía de George Clooney estúpido” que se
completa con O brother! y Crueldad intolerable.
La
película se anunciaba (y así o confirmaba su tráiler) como un homenaje al
Hollywood más clásico, aquel que vivió una época dorada en la que fue conocido
como “la fábrica de sueños”.
Pero parece que este homenaje no ha sido del gusto
de todos, estando recibiendo la película injustos palos por todas partes. Puede
que el problema no esté en la película en sí, sino en las expectativas que uso directores
como los Coen pueden generar (aunque sus mejores trabajos han estado siempre
alejados del humor puro, como en la magnífica Fargo, algo que pudo pasar
también con la interesante aunque no excelsa Regresión de Amenábar. Yo prefiero valorar una película por lo que
aporta, dejando las expectativas en la puerta y sin condenarla por lo que sus
autores podrían haber hecho en otros tiempos.
Y
vista así, ¡Ave, Cesar! es más que un
simple homenaje. Es una verdadera carta de amor a la industria del cine. Es un
análisis en tono de humor paródico (que no de burla) de un día dentro de las
entrañas de un gran estudio, con el personaje de Josh Brolin (inmenso) como guía
conductor de una especie de recorrido turístico que nos llevará por el mundo de
los musicales, las comedias, los westerns o las superproducciones bíblicas.
Si
pudiésemos valorar la película como una serie de escenas aisladas, como un
retrato de los diversos géneros a través de breves momentos de rodajes en cada
uno de los platós de un enorme estudio, quizá podríamos definir la película
como magistral. Es en su argumento general (el secuestro de una gran estrella
por parte de un grupo comunista) cuando la historia cojea un poco. Como si se
tratase de una mera excusa, una simple historieta sin demasiada chica, para
mostrarnos lo que sucede alrededor. Es, si me permiten ponerme metafórico, como
la propia creación de una película, donde los focos se centran en el rodaje
pero las verdaderas historias pueden estar sucediendo alrededor.
Con
Josh Brolin como el auténtico rey del cotarro y Clooney, el galán secuestrado,
haciendo de segundo de a bordo, la película se nutre de un sinfín de estrellas
que decoran y dan brillo a la función,
por más que en algunos casos sean poco más que cameos de una sola escena. Así,
podemos contemplar a Alden Ehrenreich, Ralph Fiennes, Scarlett Johansson, Tilda
Swinton, Frances McDormand, Channing Tatum (fantástica su aparición), Christopher
Lambert o Jonah Hill entre otros.
Los
Coen aman al cine, y lo demuestran con cada retablo aquí representado, con los
guiños a películas de sirenas de Esther Williams, de musicales como los de Fran
Sinatra, con galanes del western seduciendo a fotocopias de Carmen Miranda, con
directores que recuerdan mucho a Michael Curtis y , femmes fatales que podrían
ser un retazo de Loretta Young, la caza de brujas mccarthyana, anécdotas con
personajes reales coladas entre la ficción, péplums bíblicos, las hermanas
periodistas inspiradas en Hedda Hopper, la presencia de la única mujer
montadora que hubo, y así un infinito número de homenajes, muchos de ellos
apenas perceptibles por la mayoría del público (¿alguien sabría decir cuándo
aparece Dolph Lundgren en pantalla?).
Así,
sin alcanzar ni mucho menos la perfección, los Coen logran plasmar en imágenes
la pasión que sienten por un mundo y una época como pocos sabrían hacer,
transmitiendo la misma emoción que lograba Scorsese con La invención de Hugo o Michel Hazanavicius en The Artist, pero con mucho más brillo y esplendor y, sobre todo,
sentido del humor.
En
resumen, un magnífico divertimento para todos los públicos pero que hará las
delicias especialmente a aquellos otros enamorados del cine que sepan conectar
con el lenguaje de los
Coen.
Yo
he sido uno de ellos.
Valoración:
8 sobre 10.
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