Ahora me ves fue uno de esos éxitos que nadie se esperaba, recaudando más de
trescientos cincuenta millones sobre un presupuesto de setenta y cinco y convirtiéndose
en una de las sorpresas de 2013.
Amén
de un reparto bastante lujoso y de un director muy competente, el film parecía
rescatar de forma tardía la moda por el cine relacionado con la magia que
arrasó en el 2006 con títulos como El
truco final, El ilusionista, Scoop o El último gran mago (esta última ya del 2007), pero mezclándolo con
un estilo dinámico que recordaba también a títulos corales como Ocean’s Eleven y sus secuelas.
Parecía
lógico (incluso de alguna manera anunciado al final de la propia película) que
tarde o temprano llegase a las carteleras una segunda entrega (ya está
anunciada la tercera), donde se prometía más de lo mismo pero mejor y más
grande. Con un cambio de cromos en la silla del director y en el protagonismo
femenino, la película aspiraba a superar el listón de su precedente ampliando
más aún el reparto e incorporando, quizá a modo de moda privada, al intérprete
del mago más importante del cine: Harry Potter.
Así
pues, con Daniel Radcliffe en el equipo, la película busca esa grandeza que se
exige a toda secuela apostando también por un toque más humorístico. Para ello
se centra en dos personajes nuevos, un acierto y un error tremendo. Mientras la
sustitución de Isla Fisher en manos de Lizzy Caplan aporta un toque de frescura
y socarronería, la interpretación doble de Woody Harrelson como hermano gemelo
bufonesco del personaje de Merrit no funciona para nada, convirtiendo el
elemento cómico en una broma grotesca que lastra el ritmo narrativo.
Tampoco
la sustitución del espectacular Louis Letterrier por Jon M. Chu es beneficiosa,
haciendo que se eche de menos el dinamismo y las acrobacias de cámara del film
de 2006.
Pero
el gran vacío de Ahora me ves 2 hay
que buscarlo en su historia, una historia tramposa y artificial que buscando
más acción y diversidad se aleja de los casinos y los espectáculos cerrados
para aspirar a mucho más de lo puede abarcar y saturando al espectador con
mucho ruido sin sentido.
Cabe
recordar que una de las cosas que más pueden atraer de un espectáculo de magia
es el no descubrir el truco que oculta, pero no estamos ahora, recordemos, ante
un espectáculo de magia, sino ante uno de cine. Una cosa es ver desaparecer a
David Copperfield (co-productor de la película, por cierto) en vivo y en
directo y otra muy diferente que lo haga alguien en pantalla y no expliquen en
ningún momento como lo ha hecho. No vale con decir que son luces estroboscópicas
y ya está.
Todo
el casting original ha crecido en caché con respecto a 2013, lo cual se agradece
pues son las interpretaciones y la aparición de tanto rostro conocido lo que
más disfrutable hace la película, pero eso no parece suficiente para tomar en
serio un film que sigue siendo distraído y que funciona en momentos puntuales
pero que contiene una historia demasiado deshilachada y una puesta en escena
torpe y algo repetitiva que hace que, como sucedía con La leyenda de Tarzán, resulte decepcionante. Ahora me ves prometía ser una saga potente y sus personajes podían
dar mucho juego. De momento, no lo están dando. Ya veremos qué pasa (si se
confirma finalmente, la taquilla no está siendo muy halagüeña) en esa tercera parte de los magos de El Ojo.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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