Mi panadería en Brooklyn es una de esas curiosas películas a medio camino
entre la producción española y la americana, rodada por Gustavo Ron en inglés y
con Nueva York, magníficamente retratada, como telón de fondo, aunque para justificar
la financiación española hay una mínima parte localizada en Valencia.
Estamos
ante una simpática comedia sobre dos hermanas que heredan una boulangerie (bakery en el original, a mí
lo de panadería se me queda corto para este local de clara estética francesa)
maltratada por las deudas y que deciden mantener a flote con la ayuda de uno de
los empleados del banco que pretende embargarla (obvio interés romántico de una
de ellas). Como tal, la historia funciona bastante correctamente, teniendo
agradables toques de humor y potenciando la química entre las actrices que
interpretan a las dos hermanas, ambas de escaso bagaje, aunque es Aimee
Teegarden quien logra destacar más.
El
problema con la película está en las historias secundarias que adornan la trama
principal, en ocasiones sin aportar nada a la misma, con personajes tan
innecesarios como el de un dependiente enamorado de una diseñadora de
interiores italiana (papel que, vaya usted a saber por qué interpreta Blanca
Suárez) con una trama que incluye unas “pastillas milagrosas” de vergüenza
ajena. Imagino que la pretensión de Gustavo Ron, que también es autor del guion
junto a Francisco Zegers, era diversificar la historia, hacerla más coral. Ese,
sin embargo, es su mayor error, ya que se despista por derroteros que no
interesan (o que se pierden literalmente, como la que corresponde al tío de las
protagonistas) e impiden un mejor desarrollo del trío principal (cuarteto si
incluimos al interés romántico de la segunda hermana), amén de que algunas
situaciones cómicas rozan el absurdo con una exageración más propia del
slapstick que de la comedia romántica ante la que se supone que estamos. También me rechina, por cierto, el toque de "magia" que no entiendo a qué viene a cuento, pero bueno...
Eso
sí, siempre es de agradecer la presencia de Blanca Suárez en una película,
posiblemente de lo mejor junto a la Teegarden, aunque el haberla visto doblada
me impide juzgar su interpretación como italiana.
Así
pues, estamos ante una comedia amable, sin muchas pretensiones más que la de
pasar un buen rato, con una gran factura técnica y una maravillosa estampa
neoyorquina pero que deja con la sensación de que podía haber aspirado a más.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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