Hace apenas diez años, Josh Trank estaba a punto de comerse el mundo. Acababa de estrenar Chronical, una película muy indie de superhéroes que lo había petado y le abría las puertas del cielo de Hollywood. Le encargaron el reboot de Los Cuatro Fantásticos tras las dos incursiones firmadas por Tim Story, firmó para hacer una película de la saga Star Wars (se supone que era una cinta centrada en Boba Fett, pero nunca fue oficialmente confirmado), y las principales estrellas de Hollywood hacían cola para trabajar con él. Pero de la noche a la mañana todo se vino abajo.
Cuatro Fantásticos fue un completo desastre. Trank acabó peleado con
todo el mundo, hubo un montón de reshoots
y la película consiguió unificar a público y crítica siendo definida como un
espanto total. Y de su película de Star
Wars, nada más se supo (unos cuentas que lo echaron por lo acontecido en el
rodaje del film de Fox/Marvel, otros que fue decisión del
propio director). Y nada más se supo del supuesto heredero de Spielberg hasta
ahora.
Refugiado
en una producción canadiense, aunque con estrellas de primer nivel (en especial
un apenas reconocible Tom Hardy), Trank se ha encargado también del guion de Capone, una película estrenada
directamente en VOD y que debería
demostrar si realmente es tan mal director o una víctima más del sistema
destructivo de los grandes estudios de Hollywood.
Y,
tras la visualización de la película, que aquí ha caído en manos de Filmin, la respuesta está clara: Trank
debería dedicarse a otra cosa, mariposa.
Quizá
lo mejor que se puede decir de Capone
es que, a diferencia de otros biopics clásicos, la película es arriesgada y
apuesta por proponer algo diferente a lo que cabría esperar. Pero diferente no
siempre significa mejor. Es cierto que ya hemos visto muchas obras sobre los
años dorados del pérfido gánster, siendo Los
Intocables de Eliott Ness (pese a su rol de secundario) la más recordada,
así que a priori no parece mala idea que su mirada se centre en el último año
de vida del mafioso. Aprovechando su enfermedad (tras su salida de Alcatraz la
sífilis mermó considerablemente su estado mental), los fantasmas de su pasado
acuden a atormentarlo. Esto ha sido interpretado por algunos como una propuesta
de demencial autodestrucción con reflejos del cine de Kubrick o Linch, pero la
realidad es que no es más que un ejercicio de grandes aspiraciones que, más
allá de una interpretación forzada por Hardy bajo kilos de maquillaje y alguna
escena más propia del cine de terror más simplista que otra cosa, la película es
sumamente aburrida, reiterando los mismos conceptos una y otra vez y sin
avanzar nunca en lo que sea que quiera llegar a explicarnos. Puede que uno de
los problemas sea que, al tratarse de un personaje claramente negativo, no sea
posible sentir ningún tipo de compasión por su deterioro físico y mental, pero
la realidad es que, sencillamente, el guion de Trank no tiene nada de fuerza y
su dirección carece de la fuerza necesaria para aspirar a algo.
No
hay redención posible para un asesino como Capone. Y tampoco es Trank merecedor
de su propia redención si esto es lo mejor que es capaz de hacer. Es una
lástima, pero al menos, la duda ha quedado resuelta. Y ahora que el cuarteto
creado por Lee y Kirby ha regresado a manos de Marvel, son ellos quien van a poder aspirar a esa merecida
redención.
Valoración: Cuatro sobre diez.
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