Me da un poco de lástima la carrera artística de Milla Jovovich. Descubierta por Luc Besson en El quinto elemento, no voy a decir que la ucraniana sea un portento interpretativo, pero desde luego que su talento da para bastante más que para subproductos de acción digital al amparo de su marido Paul W. S. Anderson. Pero la realidad es que más allá de Stone, quizá su película más «seria» (no en vano compartía pantalla con Robert de Niro y Edward Norton), siempre será recordada por la saga de Resident Evil, recientemente finalizada (o no).
Tampoco
es que el señor Anderson pueda presumir de un gran currículo, pese a que
Horizonte final, en el amanecer de su carrera, pintase bastante bien. Demasiado
aficionado a adaptar videojuegos a la pantalla grande, salvo rarezas como Los tres mosqueteros o Pompeya de las que mejor no hablar, su
estrella se ha ido extinguiendo hasta quedar condenado a productos palomiteros
sin más pretensiones que ver acción absurda y sin demasiado sentido.
Monster Hunter nace con ese propósito. Ya su argumento lo dice todo:
un comando militar es atrapado por una extraña tormenta que lo transportará a otra
dimensión poblada por gigantescos monstruos contra los que habrá de luchar para
seguir con vida. Poco más que rascar en un guion macarra y desvergonzado donde
el único propósito es contemplar a la siempre bella Jovovich dándose de leches
con bichos de diversa alcurnia con las compañías mal aprovechadas de Tony Jaa o
Ron Perlman.
Durante
parte del metraje se puede decir que la película, que ya he dejado claro que no
aspira a mucho, cumple con lo que promete: bichos enormes, tiros y explosiones
y la chica pasando apuros de los gordos, pero cuando la trama aspira a avanzar
hacia otros derroteros, la ridiculez se vuelve tediosa y uno ya empieza a mirar
el reloj con demasiada frecuencia. Lo peor de todo es que, consiguiendo llegar
hasta el final, la insatisfacción es total ante un desenlace que no es que sea
abierto, sino que queda literalmente interrumpido con la ambiciosa pretensión
(dudo mucho que realista) de que esto sea una nueva saga para la dupla
Anderson/Jovovich.
Quizá
se pueda hablar de mala suerte al ser la tercera película de monstruos en muy
poco tiempo (y eso es mucho decir teniendo en cuenta los estrenos mínimos de
cine de los que venimos), siendo la más débil de este tríptico compuesto por Monster Hunter, Godzilla vs Kong y De amor y monstruos. Pero no busquemos excusas, Monster Hunter es una película muy flojita, a la que Anderson no
consigue imponer el ritmo necesario durante todo el metraje y donde solo
sobresale el carisma de Jovovich, que si es capaz de hacernos creer que su
físico de modelo de Loreal es
apropiado para una teniente del ejército de los Estados Unidos, lo de matar
bichos con espadas mágicas es un juego de niños.
En
fin, otra muestra más de lo difícil que es casar el cine con los videojuegos. Y
mira que el pesado de Anderson se empeña en lo contrario, ¿eh?
Valoración: Cinco sobre diez.
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