martes, 25 de mayo de 2021

Visto en Netflix: EJÉRCITO DE LOS MUERTOS

De nuevo me encuentro ante una película difícil de valorar, ya que su apreciación es radicalmente opuesta según los ojos con los que la decida mirar.

Ejército de los muertos, el retorno al cine (es un decir, ya que se trata de una producción Netflix) de Zack Snyder  tras su abandono (o expulsión) de Liga de la Justicia (aunque luego se resarció con ese montaje interminable para HBO Max), es un espectáculo de primera a nivel visual, un divertimento sin parangón donde uno puede disfrutar de un festival de sangre y casquería, acción a raudales y las clásicas cámaras lentas a ritmo de grandes canciones que definen el cine del director. Tanto es así que se podría decir que estamos ante una de sus mejores películas, en las que ejerce además como guionista (él escribió la historia que finalmente convirtió en libreto con la ayuda de Shay Hatten y Joby Harold), montador y director de fotografía. Netflix le ha dado una libertad con la que no podía ni soñar en Warner y eso se ha plasmado en cada una de las escenas del film, algunas realmente espectaculares y míticas.

Por otro lado, sin embargo, el guion es tan torpe y ridículo, plagado de incoherencias y con copias (llámenlas plagios, llámenlas homenajes) a otros títulos clásicos que cuesta recordarla con mucho agrado a poco que uno la deje reposar en el cerebro.

Por más que se diga por ahí que es una especie de secuela de El amanecer de los muertos, lo cierto es que más allá del tema zombi poco hay en común entre ambas películas, ni a nivel argumental ni en cuanto a su tono. En Ejército de los muertos los resucitados han conquistado Las Vegas, y el gobierno ha reaccionado encerrando la ciudad tras unos muros de contenedores y reagrupando a los supervivientes en campamentos improvisados a las afueras como si de refugiados se tratasen. Aquí Snyder se permite hacer un poquito de crítica social, lo mismo que pretende regar la trama de un trasfondo dramático con uno de sus temas favoritos, las relaciones paterno filiares. Pero no se asusten, no tenemos aquí al Snyder profundo y trascendental. Es solo un amago para camuflar el rock & roll que está por llegar.

Tras unos títulos de crédito brillantes pero demasiado deudores, quizá, de Bienvenidos a Zombieland, en la que se nos presenta al equipo que va a protagonizar el film, la acción amenaza con hacerse esperar mientras vemos como el protagonista, correcto pero tampoco brillante Dave Bautista, es convencido por el personaje de Hiroyuki Sanada (cuando Hollywood busca a un japonés organizando cosas chungas, él debe ser el único disponible en la agenda) para organizar un atraco en plan Ocean’s Eleven en Las Vegas, justo antes de que el Presidente de los USA haya decidido volar la ciudad por los aires.

Acepto que cuando uno ve una película de zombies deje dejar el cerebro en el asiento y no pensar demasiado las cosas, pero hay detalles que pesan demasiado, como lo absolutamente ridículo del plan, la nula importancia de los planos o las absurdas decisiones que algunos de los protagonistas (como las que toma el personaje de  Ella Purnell en varias ocasiones).

No me molesta, aplaudo incluso, que haya una nueva variedad de zombis, los llamados Alpha, que crean una especie de sociedad dentro de la Ciudad del Pecado, subtrama romántica incluida, pero la decepción es cuando se infrautiliza, convirtiendo al personaje más interesante en un remiendo de videojuego. Al final, zombis que evolucionaban hasta alcanzar cierto grado de sentimientos ya los imaginó Romero en La Tierra de los Muertos Vivientes, y zombis enamorados los pudimos ver en Diario de un zombi adolescente. Lo malo es que Snyder crea su propia mitología para traicionarla una y otra vez, haciendo que ni tenga sentido el plan de Zeus (el rey zombi) ni los zombis renqueantes actúan siempre siguiendo las mismas normas. Todo depende del momento de la película y de la conveniencia del director. Se pueden encontrar, también, momentos que recuerdan mucho (demasiado) a otros títulos como Alien, Depredador o el cine iniciático de Carpenter.

Quizá el gran problema de Ejército de los muertos es que una película de zombis, tradicionalmente, debe lidiar con un presupuesto bajísimo, y cuando se aspira a hacer una superproducción la casquería termina por cantar. Al menos hay que agradecerle a Snyder que no escatime sangre, ya que no hay nada más aburrido que una película de zombis sin algo de gore. Cine zombi para todos los públicos ya lo intentaron hacer con Guerra Mundial Z y ahí está su secuela, en eterna lista de espera. Sin embargo, ello hace que se quede a mitad de camino, pues ni tiene la gracia del clásico subproducto simpático al que se le pueden perdonar todas sus limitaciones, ni es esa gran producción capaz de satisfacer a todos los paladares aunque, eso sí, puede llegar a convencer, por su sentido del esperpento, a los menos simpatizantes del género Z.

Al final, da pena que no se hayan trabajado un poco más el guion, siendo James Gunn la figura que sale más fortalecida de la experiencia, pues suyo es el libreto de El amanecer de los muertos (la primera película de Snyder y, aún a día de hoy la mejor) y, vista Ejército de los muertos, está claro que suyos son los méritos de aquella pequeña obra maestra del terror. Un terror, por cierto, de la que adolece esta película, más centrada en la diversión, el drama familiar y la acción más alocada que en asustar.

Dicho en palabras parcas, Ejército de los muertos es una patochada de película, que casi calca los errores de Escuadrón Suicida, film de DC con la que tiene muchos paralelismos, pero a la vez, mola mucho. Y esa bipolaridad es la que hace tan difícil hacer un análisis con rigor de ella. Al final, disfrutar más o menos de ella va a depender más de las expectativas y exigencias de cada uno que de los valores o deméritos de la misma. Y la guerra en Internet que está levantando no va a poder tener vencedores ni vencidos, pues seguramente la postura de cada uno, incluso los más radicales, pueda ser correcta.

Visualmente muy meritoria, quizá parte de sus defectos se deban a las pretensiones (parece ser que bastante realistas) de Snyder y Netflix, de crear una franquicia por lo que los agujeros de guion y los cabos sueltos (una de las tramas trata sobre la necesidad de rescatar a un personaje para, al final, dejarnos sin conocer su destino). De momento ya hay previsto un spin off/precuela del personaje de Dieter, una serie de animación sobre la caída de Las Vegas y se habla, incluso, de una secuela. Veremos en qué acaba todo…

 

Valoración: Siete (que mañana podría ser un cuatro) sobre diez.

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