De nuevo me encuentro ante una película difícil de valorar, ya que su apreciación es radicalmente opuesta según los ojos con los que la decida mirar.
Ejército de los muertos, el retorno al cine (es un decir, ya que se trata de
una producción Netflix) de Zack
Snyder tras su abandono (o expulsión) de
Liga de la Justicia (aunque luego se resarció con ese montaje interminable para
HBO Max), es un espectáculo de
primera a nivel visual, un divertimento sin parangón donde uno puede disfrutar
de un festival de sangre y casquería, acción a raudales y las clásicas cámaras
lentas a ritmo de grandes canciones que definen el cine del director. Tanto es
así que se podría decir que estamos ante una de sus mejores películas, en las
que ejerce además como guionista (él escribió la historia que finalmente
convirtió en libreto con la ayuda de Shay Hatten y Joby Harold), montador y
director de fotografía. Netflix le ha dado una libertad con la que no podía ni
soñar en Warner y eso se ha plasmado en cada una de las escenas del film,
algunas realmente espectaculares y míticas.
Por
otro lado, sin embargo, el guion es tan torpe y ridículo, plagado de
incoherencias y con copias (llámenlas plagios, llámenlas homenajes) a otros
títulos clásicos que cuesta recordarla con mucho agrado a poco que uno la deje
reposar en el cerebro.
Por
más que se diga por ahí que es una especie de secuela de El amanecer de los muertos, lo cierto es que más allá del tema zombi
poco hay en común entre ambas películas, ni a nivel argumental ni en cuanto a
su tono. En Ejército de los muertos
los resucitados han conquistado Las Vegas, y el gobierno ha reaccionado
encerrando la ciudad tras unos muros de contenedores y reagrupando a los
supervivientes en campamentos improvisados a las afueras como si de refugiados
se tratasen. Aquí Snyder se permite hacer un poquito de crítica social, lo
mismo que pretende regar la trama de un trasfondo dramático con uno de sus
temas favoritos, las relaciones paterno filiares. Pero no se asusten, no
tenemos aquí al Snyder profundo y trascendental. Es solo un amago para camuflar
el rock & roll que está por llegar.
Tras
unos títulos de crédito brillantes pero demasiado deudores, quizá, de Bienvenidos a Zombieland, en la que se
nos presenta al equipo que va a protagonizar el film, la acción amenaza con
hacerse esperar mientras vemos como el protagonista, correcto pero tampoco
brillante Dave Bautista, es convencido por el personaje de Hiroyuki Sanada
(cuando Hollywood busca a un japonés organizando cosas chungas, él debe ser el único
disponible en la agenda) para organizar un atraco en plan Ocean’s Eleven en Las Vegas, justo antes de que el Presidente de
los USA haya decidido volar la ciudad por los aires.
Acepto
que cuando uno ve una película de zombies deje dejar el cerebro en el asiento y
no pensar demasiado las cosas, pero hay detalles que pesan demasiado, como lo
absolutamente ridículo del plan, la nula importancia de los planos o las
absurdas decisiones que algunos de los protagonistas (como las que toma el
personaje de Ella Purnell en varias
ocasiones).
No
me molesta, aplaudo incluso, que haya una nueva variedad de zombis, los
llamados Alpha, que crean una especie de sociedad dentro de la Ciudad del
Pecado, subtrama romántica incluida, pero la decepción es cuando se
infrautiliza, convirtiendo al personaje más interesante en un remiendo de
videojuego. Al final, zombis que evolucionaban hasta alcanzar cierto grado de
sentimientos ya los imaginó Romero en La
Tierra de los Muertos Vivientes, y zombis enamorados los pudimos ver en Diario de un zombi adolescente. Lo malo
es que Snyder crea su propia mitología para traicionarla una y otra vez,
haciendo que ni tenga sentido el plan de Zeus (el rey zombi) ni los zombis
renqueantes actúan siempre siguiendo las mismas normas. Todo depende del
momento de la película y de la conveniencia del director. Se pueden encontrar,
también, momentos que recuerdan mucho (demasiado) a otros títulos como Alien, Depredador o el cine iniciático de Carpenter.
Quizá
el gran problema de Ejército de los
muertos es que una película de zombis, tradicionalmente, debe lidiar con un
presupuesto bajísimo, y cuando se aspira a hacer una superproducción la
casquería termina por cantar. Al menos hay que agradecerle a Snyder que no
escatime sangre, ya que no hay nada más aburrido que una película de zombis sin
algo de gore. Cine zombi para todos los públicos ya lo intentaron hacer con Guerra Mundial Z y ahí está su secuela,
en eterna lista de espera. Sin embargo, ello hace que se quede a mitad de
camino, pues ni tiene la gracia del clásico subproducto simpático al que se le
pueden perdonar todas sus limitaciones, ni es esa gran producción capaz de
satisfacer a todos los paladares aunque, eso sí, puede llegar a convencer, por
su sentido del esperpento, a los menos simpatizantes del género Z.
Al
final, da pena que no se hayan trabajado un poco más el guion, siendo James
Gunn la figura que sale más fortalecida de la experiencia, pues suyo es el
libreto de El amanecer de los muertos
(la primera película de Snyder y, aún a día de hoy la mejor) y, vista Ejército de los muertos, está claro que
suyos son los méritos de aquella pequeña obra maestra del terror. Un terror,
por cierto, de la que adolece esta película, más centrada en la diversión, el
drama familiar y la acción más alocada que en asustar.
Dicho en palabras parcas, Ejército de los muertos es una patochada de película, que casi calca los errores de Escuadrón Suicida, film de DC con la que tiene muchos paralelismos, pero a la vez, mola mucho. Y esa bipolaridad es la que hace tan difícil hacer un análisis con rigor de ella. Al final, disfrutar más o menos de ella va a depender más de las expectativas y exigencias de cada uno que de los valores o deméritos de la misma. Y la guerra en Internet que está levantando no va a poder tener vencedores ni vencidos, pues seguramente la postura de cada uno, incluso los más radicales, pueda ser correcta.
Visualmente muy meritoria, quizá parte de sus
defectos se deban a las pretensiones (parece ser que bastante realistas) de
Snyder y Netflix, de crear una
franquicia por lo que los agujeros de guion y los cabos sueltos (una de las tramas
trata sobre la necesidad de rescatar a un personaje para, al final, dejarnos
sin conocer su destino). De momento ya hay previsto un spin off/precuela del
personaje de Dieter, una serie de animación sobre la caída de Las Vegas y se
habla, incluso, de una secuela. Veremos en qué acaba todo…
Valoración:
Siete (que mañana podría ser un cuatro) sobre diez.
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