Decía yo hace unos meses, durante la presentación de la nueva edición de Mundo Muerto, que el temor a una plaga vírica era muy real, y como ejemplo estaba los primeros estertores, en China, del Covid-19. Un par de meses después, el Coronavirus forma ya parte de nuestras vidas y se ha convertido en un azote mucho mayor de lo que los más pesimistas pudiesen imaginar. Y aunque la cosa no es exactamente igual a una epidemia zombie, bastantes parecidos razonables se pueden encontrar.
Dentro del género zombi, George Romero es siempre el referente principal, o solo por el buen uso del terror asociado a la casquería sino por su nada sutil metáfora social, demostrando que incluso en el fin del mundo las clases sociales siguen existiendo. Ese podría ser, en cierto sentido, el espejo en que se mira Kingdom, una brillante serie de zombis de la que, en pleno confinamiento por el Coronavirus, Netflix ha estrenado su segunda temporada.
Para los insensatos que se perdieran la primera tanda de episodios, y evitando cualquier atisbo de spoiler, solo diré que estamos ante una magnífica mezcla entre el terror provocado por los muertos vivientes y las intrigas palaciegas por suceder al moribundo emperador de la Dinastía Joseón. Porque sí, estamos ante una serie de zombis, pero ambientada (con exquisito detalle) en la Corea feudal, consiguiendo ser también un retrato histórico, así como mostrar un paisaje impecable sobre la cultura de la época y recreando con brillantes los templos y palacios, las aldeas y las vestimentas. Todo suma para ampliar el disfrute del espectador.
Así, mientras la muerte acecha, sobre todo a las aldeas de más baja clase social, en palacio hay intrigas y conspiraciones en una enfermiza lucha de poder que hace que la serie, al final, tenga más parecido a Juego de Tronos que a The Walking Dead, para poner dos ejemplos que vienen fácilmente a la mente. Por eso, la serie está plagada de muy buenos personajes con los que resulta sumamente fácil encariñarse y que la hacen apta para todo tipo de público, lo cual no quita para que se recreen todo lo necesario en escenas de cruda violencia y mucha sangre.
Kingdom, cuya segunda temporada es una muy buena ampliación de la primera, sabe ajustar sus tiempos para que ninguno de sus argumentos pese más que otro, pudiendo disfrutarse del tono más “culebronesco” sin olvidar nunca la amenaza de los muertos vivientes. Además, siendo temporadas de solo seis episodios, no hay tiempo para meter paja en forma de tramas de relleno que alarguen la serie más e lo necesario.
Finalmente, otro punto a favor es su final que, si bien deja las puertas abiertas para una tercera temporada, cierra las cosas de manera que nos aseguremos que lo que nos espera no sea una simple repetición de esquemas.
Así que sí, todo son aciertos en una serie brillante y de un poderío visual impecable.
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