martes, 7 de abril de 2020

Reflexiones: MI GRANITO DE ARENA

Siguen pasando los días y el confinamiento se empieza a hacer cada vez más duro. Ya estamos todos hasta las narices de los memes de gordos, de las recetas de cocina, de los consejos de las Influencers y de los ejercicios de gimnasia. Hemos aprendido a utilizar las videollamadas múltiples y explorado hasta la saciedad los catálogos de Netflix y demás. Y parece que la cosa va para largo...
Afortunadamente, algunos artistas están ayudando a que la cosa sea más distraída. Muchos cantantes han grabado canciones desde casa y las han compartido gratuitamente por las redes. Algunos, como Estopa o Carlos Segarra, incluso han ofrecido conciertos en directo. Cada uno contribuye a su manera. Hasta algunas grandes empresas, como las operadoras de telefonía que regalan megas extras para navegar por la red, las plataformas de streaming que ofrecen ofertas especiales y descargas gratuitas o las iniciativas para recorrer museos de manera virtual.
Yo, por mi parte, también quiero poner mi granito de arena. No sabía bien cómo hacerlo. Os puedo proponer la lectura de Mundo Muerto, que con su extensión sin duda os llevará un buen rato, pero no está en mis manos ofrecerlo de manera gratuita, ya que por el momento no hay una versión para e-book. Sin embargo, algo se me ha ocurrido.
Desde que presenté la novela, una de las preguntas que más me han formulado es respecto a una hipotética segunda parte. Es cierto que dejo un final ligeramente abierto, pero hasta ahora mi respuesta siempre ha sido la misma: No habrá continuación. Pensé en Mundo Muerto como un viaje cíclico del protagonista y ya he contado sobre él todo lo que me interesaba. Es verdad que mientras escribía el tercer acto de la obra incorporé una serie de personajes que tenían el objetivo de actuar como simples secundarios y de los que me terminé enamorando, y quizá algún día debería investigar qué pasó con ellos tras la conclusión de la novela. Pero no por ahora. No me apetece demasiado continuar en una tierra plagada de muertos vivientes y mis siguientes novelas versan sobre otros temas, como mi ambiciosa pentalogía vampírica u otras historias de corte más policíaco. Sin embargo, sí dejo las puertas abiertas a realizar esporádicas visitas a ese Mundo Muerto en forma de relatos autoconclusivos que podría (o no) ir escribiendo y que, si alguna vez forman un número suficiente como para llenar un libro, quizá lleguen a ver la luz en forma de antología literaria. Es posible, no lo sé, que en alguno de esos relatos incluso retome a esos personajes a los que tanto echo en falta pero a los que no me atrevo a  visitar por temor a que hayan tenido un destino funesto.
El caso es que ya hay algún que otro relato escrito, y uno en concreto tiene ciertas analogías con lo que estamos viviendo en la actualidad. Ya sabéis lo que dicen de que la realidad a menudo supera a la ficción, ¿no?
En resumen, que he decidido compartir el relato con vosotros, ofreceros con toda humildad este puñado de páginas por si os apetece leerlas y, de paso, descansar un poco de tanta televisión y tanto wasap.
Mañana por la mañana tendréis el texto disponible a través del blog, aunque ya me aseguraré también de difundirlo por redes sociales. No es más que un modesto regalo, la forma que tengo de tratar de colaborar con el aburrimiento de los confinados y de agradecer a los que se la juegan día a día yendo a trabajar ya sea por vocación o por obligación.
Un abrazo y mucho ánimo. Tarde o temprano veremos el final. Y, a diferencia de la mayoría de novelas apocalípticas, este va a ser un final feliz.

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