Hace ya treinta y tres años, Alan Moore creo la que se considera la obra cumbre del noveno arte, llamada incluso “la biblia del comic”, Me estoy refiriendo, por supuesto a Wachmen, que no solo es prodigiosa sino, aparentemente inadaptable.
Al final, resultó no ser tanto. Zack Snyder lo intentó en 2009 y, pese a que algunos palos le cayeron, a mi parecer se trató de una adaptación impecable. Con algunos planos literalmente calcados del comic, como ya hiciera con 300, Snyder supo hacer una reinvención para que no se tratase, a nivel narrativo de un calco, sino de una reinterpretación muy interesante.
Ahora llega una nueva versión, en este caso en forma de secuela, de Watchmen, en forma de mini serie para la HBO surgida de la mente de Damon Lindelof, odiado por el final de la serie de Perdidos y por su aportación al Universo Alien con Prometheus, pero que se ha reconciliado con las masas gracias a The leftlovers.
Esta nueva Watchmen es una continuación directa de lo que sucede en la obra magna de Moore (ojo, no es secuela de la película, sino del comic), y nos muestra como ha quedado el mundo tras los acontecimientos vividos. Con un cambio en el panorama político, algo más adaptado a los tiempos actuales, Lindelof se aleja ligeramente del concepto de los superhéroes para centrarse más en el trasfondo social. No en vano la serie arranca con un hecho real: la masacre de Tulsa en la que en 1921 asesinaron a la gran mayoría de la población negra. Así, el tema racial será uno de los telones de fondo de la serie que arranca con el asesinato del Jefe de Policía de Tulsa y la posterior investigación.
No voy a obviar el gran problema que tiene la serie, que no es otro que el gran desconcierto que pueda causar la serie en aquellos que no hayan leído el comic original. Aunque las cosas terminan por resultar bien explicadas, lo cierto es que podría llegar a costar conectar con los personajes y con ciertas cosas que suceden en la ficción (relacionadas con el final del comic, lo que más varió con referencia a la película de Snyder). Además, el primer episodio puede pecar de una excesiva lentitud que sin duda asustará a aquellos que se limitan a valorar una serie en función de s piloto.
Watchmen, efectivamente, exige un poco de paciencia, pero si uno se arma de ella y continúa hasta el final no quedará decepcionado. Y es que la serie plantea muchas películas a lo largo de su metraje, pero termina por contestarlas todas de forma satisfactoria, con un cierre perfecto y sin intenciones, al menos en palabras del propio Lindelof, de hacer una segunda temporada.
Se está hablando mucho sobre si Watchmen ha sido la mejor serie del pasado 2019. Puede que eso sea un poco extremo, y no llegue a la calidad de obra maestra, pero el resultado, más teniendo en cuenta los temores que suscitaba el proyecto, es realmente impecable. Una gran serie desconcertante pero digna heredera del espíritu Moore, aunque sin duda a él no le habrá gustado (como le sucede con todas sus adaptaciones).
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