Visto el gran potencial que tenía el comic de Locke & Key resultaba inevitable que algún gran estudio de Hollywood pusiese su vista en ella para hacer una adaptación. Sin embargo, la gran imaginería de la obra y la mezcla de géneros, posiblemente no demasiado apta para el público más común, la hacían difícil de versionar. Después de varios intentos de convertirla en serie primero, película después, trilogía más adelante y de nuevo serie, ha sido Netflix quien ha dado el visto bueno a la adaptación definitiva que debería haber dirigido Andy Muschietti pero que debido a tanto cambio de agenda ha quedado simplemente como productor.
Puede que los más defensores del comic se sientan decepcionados con esta versión en imagen real de las aventuras de la familia Locke, pero antes de rasgarse las vestiduras deberían entender la dificultad que tiene la obra para convertirse en accesible para una gran mayoría. No es casualidad que los propios autores, Joe Hill y Gabriel Rodríguez, hayan dado el visto bueno a los cambios más llamativos, y sirva como ejemplo diferenciador el hecho de que la población ficticia donde trascurren los acontecimientos se llame Lovecraft en el comic y Matherson en la serie, dos homenajes a autores literarios muy diferentes y cuyo cambio parece ser que fue propuesto por el propio Hill.
Quizá a rebufo de éxitos como Stranger Things, Locke & Key tiene un tono más adolescente que el comic y aunque no es necesariamente amable (en ella mueren niños de forma gratuita, por ejemplo), sí se ha edulcorado bastante la violencia gráfica que ideara originariamente el hijo de Stephen King, siendo esta una serie más de intriga y aventuras que de terror. Son muchos los cambios argumentales a los que los guionistas se han visto obligados, aunque creo que la esencia original se ha mantenido intacta. Es lógico que se deban incorporar más personajes para ampliar el universo de una historia para la que ya se está trabajando en una segunda temporada (el comic tiene un final claro y contundente) y que inevitablemente estará ya muy desvinculada de su origen en papel.
Con unos efectos especiales de primer nivel, unas buenas interpretaciones y una exquisita ambientación, la serie no alcanza la excelencia que puede que sí tenga el comic, pero mantiene un nivel bastante alto y es uno de los títulos imprescindibles del catálogo de Netflix, otro acierto que reventará las cabezas de los que no conozcan la historia original y que debería, al menos, contentar a los que sí.
Muy buen entretenimiento, intriga adictiva y muchas ganas de una segunda temporada.
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