La guerra del futuro es una película de ciencia ficción hongkonesa dirigida por Yuen Fai Ng, dedicado hasta la fecha a la confección de efectos visuales, cosa que marca profundamente la película. No es que estemos ante un espectáculo visual sin parangón, pero sí es cierto que para tener un presupuesto relativamente discreto cumple con creces para lo que se espera de ella. Lo malo es que, a cambio, el guion resulta terriblemente flojo, alcanzando lugares demasiado comunes y sin que parezca tener nunca demasiado claro lo que pretende contar.
La
historia nos traslada a un 2055 en el que las guerras y el calentamiento global
han provocado que la atmosfera sea prácticamente irrespirable. Para ello se
construyen una serie de cúpulas protectoras, pero un meteorito arrasa una de
ellas, concretamente sobre la zona B-16, un distrito de un Hong Kong futurista.
Pero ahí no acaba la cosa, pues de su interior emerge una planta gigante que se
expande por toda la ciudad, arrasándolo todo. Irónicamente, esa amenaza es
también una esperanza para la humanidad, ya que con las modificaciones
necesarias es capaz de purificar el aire, aunque para ello un grupo de soldados
casi suicidas deben llegar hasta el pistilo para alterar el genoma.
Sobre
el papel, parece una historia ambiciosa y llena de giros, pero todo lo aquí
explicado se expone apenas en el arranque del film, dejando el resto para
presentar un correcalles por toda la ciudad en ruinas, alardeando tanto de los
efectos visuales que por momentos parece que estemos más ante un videojuego muy
realista que ante un film de acción. Al final, el aparente mensaje ecologista brilla
por su ausencia, lo del meteorito es puramente anecdótico y las amenazas van
variando hasta no saber si hay un argumento bien hilado tras el film o, como
indica su aspecto visual, es un simple juego de ordenador en el que hay que ir
pasando pantallas hasta alcanzar el último nivel.
Por
eso, La guerra del futuro no deja de ser una curiosidad que puede agradar a los
amantes del género pero que no les dejará ningún poso y que sirve, más que
nada, para dar un toque de adrenalina al fondo de armario de Netflix. Es de esas películas que estará
un par de semanas en el top diez y al cabo de un mes nadie recordará haber
visto.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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