Alice in Borderland es una de esas series que llevaba casi un año ejerciendo la función de fondo de armario de Netflix, con algunos fans que aspiraban a convertirla en serie de culto pero poco más, hasta que llegó El juego del Calamar para revolucionarlo todo y las relativas similitudes entre ambas ficciones otorgaron una segunda vida a la serie japonesa que justificó a posteriori esa renovación para una segunda temporada.
Ahora,
adelantándose de nuevo a la segunda temporada de su rival coreana, llega una
nueva tanda de episodios (ocho en total) que invita a devorarse de un tirón por
lo adictiva que es, con el fin de ampliar este universo y, quizá, dar respuestas
definitivas a todas las preguntas planteadas en la primea temporada.
No
hay duda de que la serie propone mantener las mismas reglas vistas hasta ahora:
partidas contrarreloj con la vida en juego, aunque se eleva el listón al enfrentarse
directamente al enemigo y pudiendo derrotarlo y aumentando, si cabe, la
sensación de peligro con un juego en concreto que no se limita a un tiempo ni
un escenario concreto, como si fuese un videojuego de «mundo abierto». Además,
el tener ya a un equipo protagonista conformado ayuda a establecer vínculos más
rápidamente, dejando de lado el lastre de las presentaciones obligadas en la
primera temporada, sin que importe el que en muchos episodios el grupo deba
actuar por separado.
Conocedores
del éxito que tienen entre manos, los creadores han puesto toda la carne en el
asador, aumentando el nivel de violencia explícita y abusando de la
espectacularidad de muchas secuencias, sin renunciar por ello a un discurso
reflexivo que, en momentos resulta algo cargante. Estoy pensando, por ejemplo,
en el episodio seis y gran parte del ocho, que se exceden en metrajes y
amenazan con caer en el tedio, rompiendo un ritmo que hasta entonces estaba
siendo impecable.
Parte
de la culpa lo tienen los diálogos, lo peor de la serie, bastante reiterativos,
sobre todo en lo que refiere al protagonista, aunque ello también da para la auto
parodia en la resolución concreta de uno de los juegos.
Y
es que hay bastante de auto parodia y referencia oculta en Alice in Borderland. Me resulta inevitable comparar cierta
secuencia con una muy similar de Depredador,
de John McTiernan, mientras que uno de los personajes nuevos parece una mezcla
entre la Jennifer Lawrence de Los Juegos del Hambre y la Sofia Boutella de Kingsman. Un personaje, por cierto, que
podría haber molado mucho pero termina siendo absurdamente infravalorada.
Pero
no podemos hablar de Alice in Borderland
sin pararos un momento en su desenlace final. Un final que necesitaba e
respuestas si no querían correr el riesgo de que la gente se bajara del barco
ante una posible tercera temporada y que podría haber satisfecho las
expectativas por todo lo alto. Y digo podría, sin entrar en detalles, porque
todo va a depender de como quiera manejar Netflix
la última escena de la serie: si como un chiste final, un guiño al manga que da
origen a todo esto (y que, siendo más o menos fiel al mismo, esta debería ser
la conclusión definitiva) o como un cliffhanger
de cara a una nueva temporada. Si es lo primero, chapó. Pese a que seguro que
la ambigüedad de las respuestas no será del agrado de todo el mundo (aquí nos
encontramos ante un caso parecido al de Perdidos), la composición que invita a
que cada uno se haga en su cabeza es muy estimulante, y se complementa
perfectamente con uno de los mejores chistes de la serie, cuando la Reina de
Corazones de burla de las teorías conspirativas de los fans (posible guiño
directo a Perdidos), burlándose, de
paso, de la propia serie al calificar los juegos como ridículamente infantiles
(lo que también podría ser una pullita a la propia El juego del Calamar). Sin embargo, si se realizara una tercera
temporada, ese final perdería su sentido, pasando a ser simplemente otro nivel
del juego y estropeando un trabaja muy bien hecho.
No
puedo defender la temporada entera, pues ya comento que hay varios momentos
valle y los actores se encargan en momentos de entorpecer la propia acción,
pero el resultado final es bastante estimable hasta el punto que deseo de
corazón que Netflix no lo estropee
encargando una tercera temporada. Tocará esperar…
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