Puede que Javier Ruiz Caldera, hombre de comedia amable con toques de acción, le cogiese el gusanillo al discurso político con su divertida sátira zombi de la Guerra Civil en Malnazidos. No es que su último trabajo, Un hombre de acción, sea muy discursivo, pero no puede evitar entrar en esos lodazales cuando aspira a relatar, muy libremente, eso sí, la vida de Lucio Urtubia.
De
todas maneras, la película se acerca más al género del cine de atracos que al
político, algo que quizá haya desanimado a los que esperaban ver una deconstrucción
más fiel del anarquista, pero el director parece más interesado en el aspecto
lúdico de la historia, presentando a Lucio como una especie de Robin Hood con
toques quijotescos que otra cosa. En el fondo, esta es la eterna historia de
David contra Goliat, del pequeño enfrentándose al grande. De una estafa que
aspiraba a hacer temblar los cimientos de la megacorporación bancaria Citybank.
Un
hombre de acción repasa varias décadas en la vida de Lucio Urtubia, haciendo hincapié
en su obsesión casi enfermiza por destruir el sistema, algo que por poco
destruye a su propia familia, ya sea atracando bancos, falsificando billetes o,
en lo que es la parte central del film, realizando una gran estafa. Todo ello
con toques de humor que, si bien están lejos de lo habitual en la filmografía
del director, ayuda a digerir mejor una película que se sitúa en la Francia
llena de exiliados del franquismo pero que no se detiene a retratar fielmente a
esos exiliados.
Así,
hay menciones a personajes como Quico Sabater, pero sin detenerse demasiado
como para que no sean más que habitantes del mundo interno de Lucio que, como
el mismo reconoce, acaba siendo anarquista sin saber muy bien lo que significa.
Es
cierto que las licencias que se toman son muy grandes en ocasiones, algo que la
película advierte desde el inicio, pero considero un acierto huir del biopic formal y documentado para
presentar una película sin complejos mucho más liviana y accesible, con buenas
interpretaciones y donde Ruiz Caldera demuestra que su cambio de género (aunque
tampoco tanto) no le dienta nada mal.
Valoración:
Siete sobre diez.
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