Hace ya la friolera de quince años se estrenó (en cines, por supuesto), Encantada: la historia de Giselle, una simpática comedia que, pese a pertenecer a Disney, parecía querer burlarse un poco de los tópicos de los cuentos de hadas, ridiculizando a las princesas de fantasía y los momentos (en ocasiones bochornosos) musicales de esas películas.
Lo
que tenemos ahora es, como se suele decir, una secuela tardía y posiblemente
innecesaria que, como metáfora del paso del tiempo (no solo en la ficción, sino
también en la vida real, se ha estrenado directamente en streaming, por más que su protagonista esté ahora mucho más
consagrada que cuando se realizó la primera película y se haya logrado
recuperar a los protagonistas secundarios (aunque tampoco es que tenga un
mérito exagerado haber conseguido recuperar a Patrick Dempsey y James Marsden).
Con
Amy Adams como protagonista casi absoluta (sería de justicia mencionar a su
lado a Gabriella Baldacchino sustituyendo a Rachel Duff en el papel de Morgan),
Desencantada: vuelve Giselle arranca
tal y como finalizó la anterior entrega, con Giselle viviendo en el mundo real
y enfrentándose a problemas, como la aceptación social o la rebeldía de Morgan,
inexistentes en su mundo de origen. Por eso, cuando tiene la oportunidad de
usar un deseo para que la realidad se vuelva un poco mágica lo hace sin sudas,
desconociendo las fatales consecuencias que eso va a acarrear a su familia y a
todo el mundo de Andalasia.
En
un sentido estructural y narrativo, la película funciona bien, siguiendo la
lógica que hay tras el intercambio de roles y evocando al clásico refrán de que
aunque la mona se vista de seda… Así, se podía pensar en cualquier historia
sobre la dificultad de encajar en un entorno nuevo o las dificultades para conseguir
la aceptación de los hijos (más cuando ni siquiera son biológicos) tras
imponerles un cambio de hábitos drástico.
Sin
embargo, en el punto negativo cabe señalar que la película ha perdido la
frescura y la originalidad que tenía la pieza original, volviéndose previsible
y rutinaria y son ofrecer nada especialmente estimulante que la justifique. Ni
siquiera Amy Adams parece estar muy cómoda con su retorno, a juzgar por su
trabajo interpretativo.
En
resumen, que estamos ante un buen pasatiempo que puede convencer a los más
pequeños o a un público aficionado a los cuentos de hadas pero que dejará
indiferentes a aquellos que busquen algo un poquito más ácido o con más mala
leche. Y es que, después de tanto Shrek,
Érase una vez, La escuela del Bien y del Mal… eso de jugar a mundos donde los
cuentos de hadas son reales y entremezclar a sus personajes más clásicos ha
perdido el factor sorpresa…
Valoración:
Cinco sobre diez.
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