Tras haber dirigido la película más polémica de la saga Star Wars, Rian Johnson bien podría haber caído en desgracia. Que se lo cuenten, si no, a Josh Trank. Y la falta de noticias sobre la trilogía que supuestamente le habían dado sobre la saga galáctica perecía confirmarlo. Pero hete aquí que el bueno de Johnson se inventó en 2019 esa película llamada Puñales por la espalda y el guion de su destino cambió como uno de los giros inesperados que a él mismo tanto le gustan.
Con
un casting envidiable y Daniel Craig esforzándose por borrar el recuerdo de
James Bond, Puñales por la espalda
fue una refrescante reinvención a las películas de asesinatos (las murder mistery, las llaman los
modernos), que habían vivido una segunda juventud gracias a las versiones de
Sherlock Holmes de Guy Ritchie y de Gatiss y Moffat, y al Poirot de Kenneth
Branagh.
Tal
fue el éxito y el buen sabor de boca, que pronto se habló de una secuela, que
no sería tal, sino una nueva historia de asesinatos desentrañada por el
detective Benoit Blanc, con lo que Daniel Craig sería el único en repetir
personaje. Sin embargo, el verdadero giro de guion fue que Netflix pagase una millonada por quedársela en exclusiva (junto a
una hipotética tercera entrega), y pese a privarnos de ver El misterio de Glass Onion en salas de cine (excepto un efímero
estreno una semana antes del lanzamiento en streaming),
hemos ganado en libertad creativa.
En
esta secuela, brillante e imaginativa, Johnson se ha desmelenado, apostando por
un humor que mal medido podría resultar ridículo pero que casa muy bien con el
toque de cinismo de la obra. De nuevo se trata de ridiculizar a gente rica (con
Elon Musk como posible fuente de inspiración), pero rompiendo unos estándares
que, pese a haber funcionado muy bien en la primera película, habrían resultado
algo repetitivos.
Incluso
el Benoit Blanc de esta secuela es más cómico y desacomplejado que en su carta
de presentación, haciendo que Craig se sienta más cómodo en el papel y pueda
dar un paso más en la dirección opuesta a su sobrio 007.
El misterio de Glass Onion es tan inteligente que consigue engañar una y otra
vez al espectador con sus giros de guion, haciendo incluso que no nos demos
cuenta de la sencillez que es, en realidad, la historia de la que parte. No es
más que otro Cluedo facilón muy bien
decorado y con otro reparto de campanillas, donde el personaje principal recae
en Janelle Monáe que cumple con creces con el legado de Ana de Armas.
Con
una dirección de fotografía excelente, el cambio de la mansión victoriana por
una paradisíaca isla griega es otro de los elementos que ayudan a diferenciar
ambas propuestas, haciendo más difícil superar el listón en esa prevista tercera
entrega pero desando que llegue cuanto antes. Y si pueden haber cuatro, cinco o
más, mejor que mejor.
Yo
mismo fui de los que odió a Los últimos
Jedi, pero esta saga me reconcilia con Rian Johnson, que demuestra que
cuando no está ligado a un legado y tiene carta blanca para reírse de todo
puede resultar genial. Lo hace, además, en un
momento de gran inspiración, pues por más que él pretenda defenderlo, el
humor de Los últimos Jedi no
funcionaban para nada, incluso desligándolo al misticismo de la saga, mientras
que aquí todo encaja como un mecanismo de relojería.
El misterio de Glass Onion es, quizá, una de las mejores películas de este año,
demostrando que los blockbusters sí pueden
ser de calidad (si los Oscar vuelven
a apostar por películas indie que no
interesan a nadie en lugar de por títulos como este o Maverick es que no habrán entendido nada). Es enrevesada, hermosa y
muy divertida. Un cóctel perfecto para una película casi redonda.
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