sábado, 24 de diciembre de 2022

Visto en Netflix: PINOCHO DE GUILLERMO DEL TORO

Cada vez que aparece una nueva adaptación de una obra clásica aparece el típico debate sobre la necesidad de la misma. Uno de los ejemplos más recientes estaría en la insulsa versión de Pinocho de Robert Zemeckis, que era poco más que una fotocopia en live action de la película animada de Disney.

Pues bien, sin tiempo para recuperarnos tenemos aquí otra vuelta de tuerca sobre el mismo tema, esta vez en stop motion. ¿La diferencia? que Guillermo del Toro es el alma del invento, y con él las cosas no van a ser nunca previsibles ni conformistas.

Efectivamente, aunque esté codirigida junto a Mark Gustafson, no hay duda de que es Del Toro quien se ha involucrado al 100% en la adaptación de la obra de Carlo Collodi, alejándose sin esfuerzo de las propuestas de Disney y ofreciendo una visión más madura e incluso aterradora del cuento.

Esta nueva versión de Pinocho es, simplemente, maravillosa, incluso pese al feísmo intencionado con que dota a alguno de sus personajes. Llevándose la historia a la Italia de Mussolini, Del Toro regresa al escenario bélico que tan buenos resultados le dieron en España cara componer una fábula antifascista en la que, sin alejarse demasiado de la trama de otras películas, consigue ofrecer una mirada diferente, única, sobre el muñeco de madera.

Pinocho es, por momentos, aterradora, pero también cautiva con su humor ingenuo e infantil y las gotas de drama tan bien repartidas que pilla por sorpresa al espectador, haciendo que le asalten lagrimas involuntarias pero muy definitorias. Tanto en el aspecto narrativo como en la proeza visual, Pinocho es una obra casi insuperable, tan oscura y cruel como tierna y alegre, un abanico de sensaciones que sacuden el alma del espectador y le convencen de que está ante algo único, original, que nada tiene que ver con las fantasías mostradas hasta ahora con el personaje.

Pocos peros se le pueden poner a una película casi redonda, un desborde de sensaciones que, una vez más, merecería haberse visto en pantalla grande.

 

Valoración: Ocho sobre diez.

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