En los últimos años, sobre todo a partir de títulos como Que Dios nos perdone o El Reino, Rodrigo Sorogoyen se ha labrado un prestigio como realizador con nominación al Oscar incluida por Madre.
Tras
unos interesantes coqueteos con la televisión, el madrileño se ha superado a sí
mismo con As Bestas, un ligero cambio
de registro para, inspirado por un crimen real, contar una historia ambientada
en la España rural, una tremenda fábula de desesperación y miseria en uno de
esos pueblos, gallego en este caso, que rozan el concepto de fantasmal.
La
película narra el enfrentamiento entre un matrimonio francés (holandés en la
historia real) que, en busca de una liberación espiritual, se instala en el
pueblo con la pretensión de restaurar casas y tratar de repoblarlo mientras
viven de lo que cultivan y una familia oriunda que soporta la dureza de la vida
de campo. Un enfrentamiento que se va mostrando poco a poco, a cuenta gotas,
dejando que primero conozcamos a los personajes y luego podamos, o no,
entenderlos.
Narrada
a ritmo muy lento pero con momentos de auténtico cine de terror, el mayor
mérito de As Bestas es saber
manipular al espectador lo suficiente para sembrar dudas sobre el supuesto
villano, incitando que podamos llegar a simpatizar con su causa, aunque no con
sus maneras.
Denis
Ménochet, uno de esos actores franceses sublimes con suficiente carrera como para
haber trabajado para Quentin Tarantino, Ridley Scott o Wes Anderson, y Marina
Foïs son el sufrido matrimonio que lucha por defender su causa, pero es Luis
Zahera quien se come la pantalla en cada plano que ocupa, realizando una
interpretación soberbia y con un temple digno de todos los premios que se
pongan a su alcance.
As Bestas muestra la cara menos amable de la vida rural, siendo
considerada por muchos como una especie de reverso retorcido (y más realista)
de Alcarrás, resultando ser angustiante y, pese a los espacios abiertos,
claustrofóbica, creando un desasosiego y una angustia que acompañan al
espectador hasta mucho después de finalizar la proyección.
Cierto
es que Sorogoyen divide la película en dos partes muy diferenciadas, casi como
si se tratase de una historia cerrada y su secuela, y ese cambio de ritmo y
estilo no le juega del todo a su favor, resultando igualmente interesante pero
algo más pesada, cambiando la tensión y la angustia por dolor y tristeza, dos
conceptos diferentes pero igualmente asociados a la desesperación.
Sorogoyen
hace con As Bestas un retrato
terrible del ser humano, arrastrado a sus instintos más bajos por la desesperanza
y, en menor medida, la codicia.
Puede
que definirla como la mejor película del año resulte excesiva para muchos (yo
personalmente no he visto este 2022 suficiente cine patrio como para poder
entrar en el juego), pero desde luego es una gran obra que merece todos los
reconocimientos y confirman a Sorogoyen como uno de los directores más grandes
del país.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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