Creo
que ha pasado ya suficiente tiempo desde el estreno de Wakanda Forever como para poder hablar de ella sin miedo a soltar spoilers a tutiplén (sí, ya sé que
oficialmente a los cinco minutos del estreno ya se suelen hacer, pero yo
siempre me he jactado de ser más respetuoso), por eso he querido volver a
reflexionar sobre ella y analizarla más en profundidad, sobre todo para tratar
de averiguar la respuesta a la gran pregunta que plantea: ¿es una obra maestra
superior a la primera película (recordemos que es el único título de Marvel que ha llegado a estar nominado
al Oscar a la mejor película) o un tostón
insoportable?
Wakanda forever cuenta con el mismo director que la primera (y
alabada) entrega, Ryan Coogler, quien también firma el guion junto a Joe Robert
Cole, quien, por cierto, también estaba en Black Panther. Es evidente que tras el éxito de aquella desde Marvel le han dado manga ancha para hace
lo que le venga en gana, hasta el punto que ha contado con uno de los mayores
presupuestos del MCU. Así las cosas,
era previsible que la película superase todas las expectativas, más cuando
tenía además un potente drama real de fondo, como fue la muerte de su protagonista,
Chadwick Boseman, lo cual daba al film un empaque de homenaje que, disfrazado
de relato sobre el dolor y la perdida, unificaba algunos de los elementos que
más gustan a la academia. Sin embargo, con todo a su favor, creo que Coogler ha
tomado una serie de decisiones fallidas que han provocado que su película sea,
cuanto menos, decepcionante. Y eso que yo no soy de los que defienden con capa
y espada su primer Black Panther.
Hay
muchos problemas de serie en el film, algunos obvios, como es su extensa
duración. No es que sea una película aburrida, pero a su metraje de dos horas y
cuarenta y siete minutos se le podría haber metido bastante tijera. Al final,
hay mucha repetición, mucho hincapié en lo mismo, como si Coogler tuviese miedo
de que no hemos alcanzado a entender el dolor que se siente ante la pérdida de
un ser querido. Y, si lo analizamos en profundidad, tampoco es que con estas
casi tres horas se llegue a comprender del todo. Shuri, hermana de T’Challa, es
la que carga con todo el peso narrativo y quien focaliza principalmente ese
dolor por la pérdida. Sin embargo, no comparto con ella ese odio que parece
tener contra todo el mundo. Es una enfermedad lo que se lleva a su hermano, no
un complot ni una amenaza extranjera, por lo que no me resulta creíble, por
mucha empatía y conexión que sintiese con T’Challa, el odio y la inquina que
siente, mucho más profunda que cuando Namor asesina a su madre y ya ni digamos
cuando su padre muere en un atentado al principio de Civil War.
Por
cierto, ya que hablamos de Shuri, ella es uno de los principales problemas del
film. En Black Panther me encantó el
papel que interpretaba Letitia Wright y que ayudaba a potenciar el lado más
cómico y amable de la película. Pero la transformación que sufre en esta
secuela es demasiado peso para una actriz que ha mostrado sus limitaciones y
que no soporta la responsabilidad de ser la protagonista absoluta del film. Por
eso, que ella sea la nueva Black Panther es otro error de bulto, una elección
mucho menos afortunada que si la elegida hubiese sido Nakia (Lupita Nyong’o),
mi preferida, M’Baku (Winston Duke) o incluso el propio Killmonger (Michael B.
Jordan). A fin de cuentas, cualquier guionista algo curtido encontraría mil
soluciones para traerlo de regreso de la muerte. Con Shuri, no solo tenemos un
Black Panther muy poco carismático (hasta el punto de que no creo que haya
mucha gente pidiendo una tercera entrega de la saga), sino que conociendo los
problemas que la actriz ha causado durante el rodaje dudo que ni siquiera se lo
estén planteando. Ha sido como pegarse un tiro en el pie, mancillando un
hipotético futuro y convirtiendo a Black Panther, un héroe con aspiraciones a
jugar con los mayores, en un personaje de tercera fila.
Pero volvamos al tema de la muerte, que de eso va la peli. A partir de aquí, es importante saber diferenciar, por aquello de no herir susceptibilidades, la ficción de la realidad. Lamenté mucho la pérdida de Boseman y pese a no ser un actor de gran trayectoria derrochaba carisma y simpatía co0mo para sentir mucho su pérdida, por lo que todo homenaje que se le quiera hacer es poco. Pero no es de él de quien quiero hablar, sino de T’Challa/Black Panther. Si nos quedamos con el personaje, que es quien aparece en la película, el homenaje me parece desmedido y escaso a la vez. Me explico: por un lado, tras lo sucedido en End Game, resulta injusto que un personaje tenga toda una película dedicada a su desaparición mientras que el epitafio de Iron Man fue como complemento de una película de Spiderman, el de Viuda Negra una precuela donde se repasaba un episodio de su vida, no de su muerte, y la desaparición del Capi ha sido maltratada en una de las series más aburridas de esta Fase Cuatro: Falcon y el Soldado de Invierno. Y aunque hay apuntes de la aparente muerte de Visión en la serie Visión y la Bruja Escarlata y se supone que se tratará el tema de Gamora en Guardianes de la Galaxia, Vol. 3, todo esto me parece pequeño al lado del hecho de hacer una película entera dedicada única y exclusivamente a la muerte de Black Panther. Y eso que, a la vez, se emborrona su memoria haciendo que nadie del MCU haga acto de presencia en su funeral. Cierto es que muchos de los héroes que lucharon a su lado ya no están, pero creo que debería haberse visto por ahí, como poco, a Soldado de Invierno, Nick Fury o, incluso, al Steve Rogers anciano. Y, desde luego, al propio Everett K. Ross que sí aparece en la película pero mucho después del entierro del monarca de Wakanda. Vale que cada uno estará liado con sus cosas, pero para el funeral de Tony no faltó nadie así que no es excusa. Es, en fin, una manera de ningunear al propio Black Panther y confirmar su rango de segundón (y alguien podría alegar que es un funeral de estado y que Wakanda siempre ha sido una civilización bastante cerrada, pero creo que los Vengadores están por encima de estas cosas).
Luego
está el argumento en sí. Primer obstáculo: el título. La película se llama Black Panther: Wakanda forever, y con
Black Panther en el título no puedes pasarte casi dos horas sin que Black
Panther haga acto de presencia. Aunque sea un Black Panther de Hacendado. Este es otro de los elementos
que ralentizan mucho al film y le dan esa aura de aburrido. Sí, hay acción y
pasan cosas, pero nunca son con Black Panther de protagonista, así que
interesan, pero menos. Y tampoco es que lo que sucede sea tremendamente
interesante.
Mucho
se había especulado en los mentideros sobre este film: que si iba a salir
Doctor Muerte, que si íbamos a conocer el destino del Barón Zemo, pero a la postre,
salvo por la incursión casi con calzador de la Baronesa Valentina Allegra de
Fontaine, la película está intencionadamente muy desligada el resto del MCU. Está Riri Williams como Iron Hearth
(de nuevo un personaje metido con calzador), pero no es suficiente como para
dar sensación de unión y coherencia, un poco como resumen de lo que esta Fase
Cuatro de Marvel está siendo. Al
final, hay un solo villano (al menos desde el punto de vista teórico, ya que
para mí los verdaderos villanos de la película son el gobierno francés y el
americano), y se trata de un Namor desdibujado que nada tiene que ver con el de
los comics. Entiendo y acepto la necesidad de desvincularse de la versión de un
atlante que ofreció la competencia con Aquaman,
pero han disfrazado tanto al personaje interpretado (bastante insulsamente, por
cierto), por Tenoch Huerta que poco queda del Namor original. Todo valido si
con ello consiguen un personaje interesante, pero es que no lo logran. Con los
cambios, convirtiendo al antaño rey de Atlantis en una especie de mutante
descendiente de la mitología maya, lo que se pretende es reincidir en el
mensaje político que ya estaba presente en la primera Black Panther, tratando artificiosamente de repetir el éxito que
aquella tuvo entre la con unidad negra con, en este caso, la comunidad latina.
Así, las motivaciones anticolonialistas de Namor se asemejan a las de
Killmonger en la película anterior, restándole el componente shakesperiano de
la familia traicionada. Con ello, el personaje carece del interés necesario y
su presencia es casi una excusa para que, entre duelo y duelo, haya algo de
acción. Ni me gustó el personaje ni me gustó la ambientación. Se dice que, al
final, sí hubo mucha tijera y que la parte más interesante de Talokan, así como
de mucho metraje de la relación entre Shuri y Riri, se quedó en la sala de
montaje, pero eso solo supone un desmérito más para Cooger que no ha sabido
manejar bien los tiempos de su película.
Cooger
busca la lágrima en muchos momentos del film, y casi siempre lo consigue, pero
en su empeño por hacer una película emotiva enuncia a hacerla también
emocionante. Por ello, con tanto dolor y tanto funeral, la película termina
resultando intrascendente, quedando el homenaje a Boseman empañado por el trato
errado que se hace en el homenaje a Black Panther. A fin de cuentas, desde el
punto de vista narrativo, esta sería la tercera muerte del personaje, tras
verlo morir ya en su primera película (o, al menos, eso parecía) y darlo por
muerto de nuevo tras el chasquido de Thanos en Infinity War. Por eso, si no se escudasen en la realidad, el film
sería mucho menos duro de lo que es, dando más méritos a su carga dramática a
la vida real que al trabajo de Cooger. Posiblemente no todo sea culpa suya, y
de haber podido contar con Boseman como protagonista, pese a que Namor ya
estaba como villano principal en el primer borrador del guion, la cosa habría
sido muy diferente. No estoy diciendo que la solución tras el fallecimiento del
actor hubiese sido cancelar la película pero sigo pensando que, de todas las
alternativas existentes, han terminado eligiendo la peor.
Puede
que en algunos sectores la película esté gustando mucho. Puede que incluso se
lleve nominaciones importantes en los Oscar
(la canción puede ser una buena baza, aunque aventuro que Rihanna se las tendrá
que ver con Lady Gaga y su tema para Top Gun: Maverick). Pero no ha logrado ser, pese a lo que muchos auguraban, la
gran película que iba a salvar (si es que necesitaba que la salvaran, que ese
es otro tema) la Cuarta Fase del Universo
Cinematográfico Marvel.
Lo
más triste, es que tenían todos los elementos para construir una película que
hiciese historia, pero no los han sabido aprovechar.
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