La concepción de esta película ha sido una verdadera montaña rusa de sensaciones, apuntando a película del año durante su rodaje, convirtiéndose en apestada al conocerse las intimidades (no todas ciertas) de ese rodaje y funcionando al fin medianamente bien al llegar a taquilla, aunque sin llegar a hacer el ruido que se le suponía. Yo mismo no tuve ocasión de verla en sala grande y he tenido que esperar a su estreno en streaming, lo que denota lo volátil que ha sido.
No te preocupes, querida es la nueva película como directora de Olivia Wilde
tras Superempollonas, y si bien
consigue que la película luzca muy bien a nivel visual fracasa a la hora de
imponer un ritmo adecuado a la trama, ya que una vez superada la sorpresa
inicial el desconcierto que invade a alguno de sus protagonistas se vuelve
tedio para el espectador.
Estamos
en plena década de los 50’, en algún lugar de la América profunda, en un
idílico pueblecito de alegres colores y esposas serviles que disfrutan
complaciendo a sus maridos mientras estos van al unísono a trabajar a un lugar
secreto del que nada se sabe. Es todo conscientemente artificial, falso como un
escaparate de rebajas, pero a nadie parece importarle más que a una joven que
pretende rebelarse contra su estilo de vida, desbloqueando una especie de
recuerdos incoherentes en la protagonista.
Florence
Pugh, una de las actrices de moda y con mucho futuro por delante, cara con casi
todo el peso de la película a sus hombros, y lo hace francamente bien, pese a
que hay momentos en que el guion la coarta, impidiéndole lucir como merece.
Como ya he apuntado, la trama, una vez presentadas las cartas, se frena,
reincidiendo en lo mismo como si Wilde tuviese miedo de que no se interpretase
correctamente el mensaje feminista y hubiese que subrayarlo constantemente.
Al
final, una vez se rebela el secreto, la sorpresa no lo es tanto (es una versión
naiff de cierta trilogía –reconvertida para mal en cuatrilogía-) y solo queda el debate entre aceptar una hermosa
mentira o conformarse con una vida de mierda real. Un debate que podría
resultar estimulante si no se cayera en el maniqueísmo de remarcar tanto que
esa vida perfecta implica que las mujeres sean amas de casa serviciales y
entregadas, algo, por otro lado, muy acorde con el lugar y la época
representados.
En
resumen, que estamos ante una propuesta interesante, hipnótica en lo visual y
bien conducida por la Pugh, acompañada por Harry Styles, Chris Pine y la propia
Wilde, pero que se hace muy cuesta arriba para llegar a un final que no resulta
todo lo satisfactorio que debería.
De
nuevo Wilde apunta maneras, pero su composición visual no basta como para
empezar a hablar de ella como de una gran realizadora.
Valoración:
Seis sobre diez.
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