Desde que fuesen creados por Charles Addams en 1933, La Familia Addams han sido todo un referente cultural, ya sea en televisión, con la mítica serie de 1964, en cine, con los dos títulos dirigidos por Barry Sonnenfeld y una tercera entrega más discretita, en animación (Amazon ha presentado recientemente la secuela) o incluso en teatro, ganando la batalla a la pugna creativa que en los 60’ tenía con La familia Munster.
Sin
embargo, pese a los icónicos que puedan ser Morticia Addams, Cosa o ese
mayordomo/chofer tan a lo monstruo de Frankenstein, quien ha destacado siempre
por encima de los demás ha sido Miércoles, la hija de la pareja protagonista,
una siniestra muchacha de aspecto gótico y gustos macabros que consigue ser
fácilmente el centro de atención de la historia, más cuando es Cristina Ricci
quien le da vida.
Por
eso, no ha resultado nada extraño que la nueva aportación audiovisual de los
Addams se centrara en la figura de esta, quedando la duda de si encontrarían una
actriz a la altura de lo esperado y si abandonar el tono coral de las
propuestas anteriores sería lo suficientemente interesante para llegar a
gustar.
La
respuesta es un rotundo sí. Coqueteando peligrosamente a veces con el misterio teenager propio de Enola Holmes o incluso Harry
Potter, Miércoles es, ante todo,
un gran acierto de casting, teniendo en Jenna Ortega a una protagonista tan
fácil de amar como de odiar. De la mano de Tim Burton, que además de ejercer de
productor sientas las bases de la serie dirigiendo cuatro de los ocho episodios
de la temporada, Miércoles triunfa en
esa independización familiar de la muchacha, obligada a estudiar en una
peculiar escuela tras haber sido expulsada de varios colegios normales, donde
lidiará con sirenas, hombres lobos y monstruos homicidas sin la protección
directa de su familia. Pero que nadie se preocupe, que aun en tono muy
secundario, todos ellos harán acto de presencia en algún momento que otro,
siendo el Gomez de Luis Guzmán el que menos me convence mientras que la
Morticia de Catherine Zeta-Jones casi anda pidiendo a gritos su propio spin
off.
Cierto
es, para que no todo sea tan positivo, que hay momentos en los que se echa en
falta un poco más de mala baba. Hay mucho humor negro, sí, pero más en forma de
frases lapidarias en boca de Miércoles que en la propia acción, haciendo que
lamentemos, una vez más, la domesticación que el bueno de Burton ha sufrido,
muy alejado de los delirios visuales que lo hicieron grande. Con todo, la
balanza se inclina claramente al lado positivo, con giros más o menos previsibles
que enganchan al espectador, homenajes encubiertos (como la presencia casi
irreconocible de la Miércoles más emblemática, una Ricci que ejerce ahora de
profesora) y unos efectos visuales simpaticotes.
No
es perfecta, pero sí lo suficientemente macarra como para no caer en la ñoñería
de otras producciones similares y dar más importancia a las muertes y
desmembramientos que a la posibilidad de una subtrama romántica, consiguiendo
hacer evolucionar el personaje de Miércoles sin traicionar su esencia y
ofreciendo momentos impagables en su enfrentamiento con su compañera de piso,
su opuesto en todos los sentidos.
Una
serie muy recomendable que, solo por poner en la palestra a Jenna Ortega ya lo
merece todo.
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