Hay muchas películas navideñas (demasiadas, diría yo) que se basan en la siguiente premisa: «hay que salvar la Navidad». Este podría ser el punto de partida de Guardianes de la Galaxia: especial Felices Fiestas, el segundo especial de Marvel para Disney+ después del interesante La maldición del Hombre Lobo, que podríamos convertir en meta lenguaje y decir que James Gunn, autor del episodio, lo que ha venido a hacer (en n paréntesis demasiado breve tras su salto a DC) es salvar todo el MCU.
No
soy de los que sueltan pestes sobre la Fase
Cuatro ya conclusa, y hablaré más en detalle sobre eso en mi inminente
análisis sobre Wakanda Forever ya con
spoilers a tutiplén, pero sí le reconozco una medianía con claros signos de
agotamiento que provoca que el recuerdo del desenlace de la Saga del infinito nos produzca
nostalgia, como si fuese un hecho muy lejano en el tiempo.
Este
especial devuelve la energía y la fuerza y da, teniendo en cuenta que no es ni
pretende ser más que una tontería divertida y sin mucho trasfondo, esperanzas
de cara a una Fase Cinco que, al menos en lo que a películas se refiere, pinta
bastante bien, al menos a tenor por los primeros avances vistos, el de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía y, precisamente,
el de Guardianes de la Galaxia, volumen 3.
A
través en un correveidile de esos que siempre terminan malinterpretando la
información original, los Guardianes se enteran de que Starlord tiene un trauma
al no haber podido celebrar ninguna Navidad desde que fue secuestrado por Yondu
y Mantis y Drax se disponen a subsanarlo de la manera más sencilla: yendo a la
tierra a buscar el regalo perfecto, que va a resultar ser, ni más ni menos, que
el propio Kevin Bacon.
A
partir de esta premisa, el episodio (que a su modo homenajea al odiado –y casi
inexistente- programa navideño de Star
Wars) es una sucesión de situaciones absurdas al servicio de Pom
Klementieff (ya se merecía esta chica su minuto de gloria en el UCM) y Dave Bautista, derrochando
química a borbotones, algo de acción (poca, no hay un villano al uso, que para
eso es Navidad), muchas canciones navideñas al estilo Gunn y el toque justo de
sensiblería que, de nuevo, juega a caminar en el límite entre lo ridículamente
ñoño y el homenaje sincero.
Guardianes de la Galaxia: especial
Felices Fiestas no es un capítulo
intrascendente para comprender el hilo narrativo de la saga, pero es un
estupendo divertimento que irradia buen rollo y emotividad y nos resarce un
poco del escamoteo que nos pegaron en Thor:
Love & Thunder mientras aguardamos el inminente tercer volumen de sus
grandes éxitos musicales.
Una
fiesta de Navidad donde, salvo Gamora, no ha querido faltar nadie (aunque
acierta al no poner de nuevo a Peter Quill en el centro de la pantalla) y que da
na vuelta de tuerca al lenguaje meta que, en otro sentido y dirección, ya
jugueteaba Hulka en su serie.
Valoración:
ocho sobre diez.
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