De nuevo me acojo al refrán de más vale tarde que nunca para justificar el tiempo que he tardado en ver la última serie de Disney+ del universo Star Wars. Y es que, la verdad, después de las decepciones que me supusieron El libro de Bobba Fett y Obi-Wan Kenobi, pocas ganas tenía de aventurarme con la historia de un personaje que, además, ya me resultaba poco interesante en la película que protagonizó: Rogue One.
Lo
curioso del caso es que pese a que Andor es posiblemente lo menos afortunado de
la serie de Andor, todo el resto está
francamente bien, alejándose bastante de los tópicos que persiguen a la
franquicia y explorando tramas nuevas, sin presencia de Jedis ni portadores de
la Fuerza (ni, mucho menos, miembros de la familia Skywalker) y donde la referencia
más directa está en la escena postcréditos del último episodio.
Andor es lo que prometía, una serie de espionaje que detalla los cimientos
del movimiento rebelde y que tiene en su casting su principal acierto, en
especial con la participación de Stellan Skarsgård y Genevieve O'Reilly. No es
cuestión de desmerecer a Diego Luna, que es un actor cumplidor pero sin
demasiado carisma, pero tampoco es que el arco de su personaje de para mucho.
Eso
sí, la serie se resiente de un ritmo algo irregular al estar su argumento
dividido en dos arcos, el primero del cual tarda algo en arrancar. No es que
sea lenta, como se ha dicho por ahí, más bien que hay muchos momentos que no
aportan lo necesario para justificar su duración. Y son momentos todos ellos
que, curiosamente, pertenecen a la subtrama del propio Cassian Andor.
Sin
embargo, todo lo referente a las artimañas de Luthen y Mon Mothma son sumamente
interesante, acercándonos la serie más a un símil de Juego de Tronos que a una Space
Opera.
La
segunda parte de la temporada, con la entrada en la cárcel y la aparición del
personaje al que da vida, de manera intensa, Andy Serkis, va ya como un tiro y
consigue que el regusto definitivo de la serie sea muy agradable, hasta el
punto que es, para mí, la mejor propuesta de Disney+ hasta la fecha, por encima
incluso de las dos temporadas de The Mandalorian, ya que aquí la historia está por encima de los fan services y la venta de muñequitos.
En
fin, una serie que puede costar v er al principio, pero que aguantando hasta el
cuarto episodio demostrará ser muy entretenida, un pieza más del puzle
galáctico que, pese a tener el handycap
de que ya sabemos el destino final del personaje, deja las cosas muy
interesantes de cara a una segunda temporada ya confirmada y que, de acuerdo
con los planes iniciales, debería ser la última.
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