David
Koepp es un guionista con cierto renombre en el mundillo de Hollywood, autor de
diversos títulos dirigidos por Spielberg como Parque Jurásico, El Mundo
Perdido, La guerra de los Mundos o
la última de Indiana Jones, además de Ángeles
y demonios, Atrapado por su pasado
o el primer Spider-man de Raimi, pero
que como director no ha conseguido destacar todavía, siendo la inquietante El último escalón (con Kevin Bacon) su
mejor trabajo hasta la fecha.
Mortdecai, su última película (en la que curiosamente no participa
en el guion), parecía una piedra de toque para demostrar su calidad y, sobre
todo, su efectividad, con una comedia de intriga que, a priori, parecía
contener todos los elementos necesarios para ser un éxito de taquilla: adapta
una saga literaria de cierto éxito, contiene un reparto atractivo, pertenece a
un género de habitual aceptación por parte del público, con claras reminiscencias
a Austin Powers, Johnny English o, sobre todo, la saga de La Pantera Rosa… Sin
embargo, Koepp (pese a que como guionista es autor de la genial aunque
incomprendida La muerte os sienta tan
bien) no parece sentirse demasiado cómodo en la comedia, y la primera
crítica que hay que hacer a la película es que no resulta en casi ningún
momento divertida, estando plagada de gags absurdos y diálogos estúpidos y
repetitivos.
Por
otro lado, Johnny Deep es un actor antiguamente aplaudido por público y crítica
que lleva un tiempo en horas bajas y que parecía jugarse el poco prestigio que
le quedaba con esta película. Pero al
final, y perdón si molesto a los pocos fieles que le puedan quedar, Deep es lo
peor del film, convertido definitivamente en una caricatura de sí mismo y sin
ningún motivo para creer en su recuperación.
Mortdecai pretende conjugar una trama enrevesada con toques de
comedia, intriga y sensualidad, pero el argumento planteado es tan desquiciante
como confuso, con cuadros de Goya robados, restauradoras muertas, códigos
ocultos… pero que al final todo parece girar en torno a si el protagonista debe
mantener o no su bigote (¡sig!).
Desde
hace algunos meses los carteles publicitarios de la película invitaban a pensar
que se trataba de una comedia glamurosa y elegante, pero ya desde el primer
tráiler se podía intuir el despropósito, siendo una justita Gwyneth Paltrow la
única que, sin esforzarse demasiado, pone el toque de glamour, pues a su lado
Ewan McGregor no parece tomarse en serio su papel en ningún momento, Paul
Bettany está ridículo como pareja cómica de Depp, y Olivia Munn no cuela como
el reclamo sexual que se le supone.
Con
una pomposidad desmedida, Mortdecai
puede resultar, con muy buena voluntad, una película simpática, pero poco más.
Es totalmente irregular, confusa y fallida, y no contiene ningún personaje que
produzca la más mínima empatía en el espectador, por lo que su visionado no
pasa de ser un leve entretenimiento.
Muy
leve, insisto.
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