Cansado
como estoy de la invasión de películas basadas en noveluchas de las llamadas YA
(Young adults) que surgieron con el deseo de emular el (incomprensible) éxito
de la saga Crepúsculo, poco podía
haber en este título capaz de interesarme lo más mínimo, más teniendo en cuenta
lo indiferente que me dejó su primera entrega (Divergente), una fotocopia aburrida de Los Juegos del Hambre y visualmente mucho menos imaginativa que El corredor del laberinto.
Quizá
lo único destacable de este exceso digital sea su reparto, encabezado de nuevo
por una Shailene Woodley que ya había logrado su mejor papel antes de Divergente gracias a Los descendientes pero que hace poco
logró convencer con su sufrida interpretación en Bajo la misma estrella. Con Kate Winsley repitiendo como villana
(parece que toda saga YA que se precie debe tener su estrellita para que se
limite a cobrar su cheque por rodar cuatro muecas), la película repite el mismo
elenco de secundarios que su antecesora, con la diferencia que los apenas
conocidos por aquel entonces Ansel Elgort (resaltando su lado más pedante y/o
formal en la ya mencionada Bajo la misma
estrella o en la fallida Hombres,
mujeres & niños), Miles Telles (ahora niñato de moda por su
participación en la gran Whiplash,
aunque quien sabe si odiado por los mismos que ahora lo adoran cuando se
estrene la polémica Los 4 Fantásticos),
Jai Curtney (que tras hundir la saga de La Jungla intentará hacer lo mismo con
la de Terminator y el año que vienen
meterá su careto en el Suicide Squad
de DC) empiezan a sonar fuerte en Hollywood. Junto a ellos, los fichajes
estelares de Daniel Dae Kim (¿alguien más añora Perdidos?) o Naomi Watts (¿pero a ti qué se te ha perdido por aquí,
hija de mi alma?), aparte de Ashley Judd que de nuevo pasaba por ahí.
Como
se puede ver, muchos de los actores han subido su caché desde el estreno de Divergente (no he nombrado a Theo James
porque sigue tan perdido fuera de la saga como cabría esperar), pero es tal la
apatía con la que se enfrentan a sus personajes que ni por asomo logran
transmitir lo más mínimo, resultando tan insustanciales como el propio
argumento.
Donde
sí hay un cambio es en la silla del director, pues el Neil Burger de Divergente (que quitando El Ilusionista no es que haya hecho nada
destacado) ha sido sustituido por Robert Schwentke, cuyo último trabajo ha sido
(perdonen si se me escapa la risa) R.I.P.D.,
Departamento de policía mortal, y que también se encargará de Leal (o como sea que se llame Allegiant en España) última película de
la saga (o no, porque también amenazan con dividirla en dos partes). Claro que
para el caso ya podría estar dirigida por un macaco borracho, porque el único
esfuerzo que parece haberse desempeñado en la película (y tampoco demasiado, no
crean), es en el apartado infográfico. Casi se diría que los actores han podido
rodar desde sus casas y que cuatro nerds desde sus ordenadores se han hecho
cargo de toda la filmación, copiando, eso sí, el estilo visual de Transcendence, aunque ya en aquella
película se pudo comprobar que no era un estilo efectivo (y es que estos de
Hollywood no aprenden), resultando totalmente artificial y con la sensación de
que se han gastado cuatro duros mal contados.
Insurgente no es, a la postre, ni mejor ni peor que Divergente. Solo es más de lo mismo,
igualmente plana y vacía, por mucho que esos mundos distópicos quieran
invitarnos a la reflexión. No hay ningún intento de disimular las carencias
narrativas de la obra literaria ni las similitudes con el resto de mundos
distópicos del resto de productos YA, invitándome a plantear la hipótesis de
(en plena moda de los Universos Compartidos que hasta la fecha sólo Marvel ha
logrado fraguar con éxito) esperar una película que nos revele que las
historias de Los Juegos del Hambre, El Corredor del laberinto y Divergente transcurren en un mismo
Universo, y que podrían llegar a juntarse Tris, Katniss y Teresa para liarse a
tortas mientras son observados desde el espacio por un tal Ender y un puñado de
vampiros fosforescentes esperan ansiosos para enrollarse (en forma triangular,
por supuesto), con la vencedora. ¿Les parece absurdo? Bueno, tiempo al tiempo…
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