Por
una vez, lo más importante de esta entrada no es mi opinión sobre la película,
sino la historia de la propia película.
Paco
Arango, nacido en Méjico, pero de origen español, ha sido cantante, guionista,
productor y director de cine. Durante el rodaje de la serie Ala Dina, protagonizada por Paz Padilla,
creada por su productora, decidió involucrarse en causas benéficas y nació la Fundación Aladina, centrada en ayudar a
niños enfermos de cáncer y a sus familiares. Su primer gran paso fue el rodaje
de la película Maktub, destinando
parte de su recaudación a dicha fundación.
En
la actualidad, Arango es miembro de la junta directiva de la Serious Fun Children´s Network,
asociación de ayuda infantil fundada por Paul Newman, y con su apoyo llegó esta
segunda película, Lo que de verdad importa. Se prevé que parte de su recaudación internacional se destine a
dicha asociación, aunque lo realmente novedoso es que en España será la
recaudación integral la que irá a parar, Aladina
mediante, a Serious Fun Children´s
Network. Es la primera vez en la historia que la recaudación completa de
una película va a parar a causas benéficas, y solo por ello el visionado de la
película es casi obligatorio.
Ahora
sí, ¿qué es Lo que de verdad importa?
Pues desde el punto de vista estrictamente cinematográfico es como cuando
alguien define a un amigo o amiga como simpático, ya que guapo, lo que se dice
guapo, no es.
La película, que Arango escribe y dirige, es un bonito cuento sobre un hombre que recibe el don de curar las enfermedades. Con un toque quizá demasiado religioso para según que espectadores (no llega a los extremos de Los milagros del cielo, pero por ahí van los tiros), la película peca de sensiblera y busca en todo momento conmover mediante la lágrima fácil y un optimismo poco verosímil que llega a empalagar.
La película, que Arango escribe y dirige, es un bonito cuento sobre un hombre que recibe el don de curar las enfermedades. Con un toque quizá demasiado religioso para según que espectadores (no llega a los extremos de Los milagros del cielo, pero por ahí van los tiros), la película peca de sensiblera y busca en todo momento conmover mediante la lágrima fácil y un optimismo poco verosímil que llega a empalagar.
Estamos
ante un cuento de hadas correctamente filmado e interpretado, bien acompañado
por los bellos paisajes de Nueva Escocia y con un mensaje de positivismo que
deja buen sabor de boca. Pero anda más. Todo es demasiado plano, demasiado
justito y con un humor tan forzado que se acepta por lo que se acepta, pero que
no tiene nada de brillantez ni logra maravillar en ningún momento.
Pero
al final la película es lo de menos. Con que no sea un bodrio (y no lo es) ya
es suficiente. Hay que verla, algunos reirán con ella, otros llorarán, y habrá
quien se pueda aburrir en algún momento, pero todos ayudarán con solo pagar la
entrada. Y eso es lo que verdaderamente cuenta.
Una
película bonita para una causa bonita.
Valoración
cinematográfica: Cinco sobre diez.
Valoración
moral: Diez sobre diez.
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