Veinte
años es mucho tiempo. Tiempo más que suficiente como para que la sociedad
cambie, los niños se hagan grandes y el futuro que una vez alguien imagino se
vuelva un amargo presente. En veinte años Ewan McGregor ha pasado de ser un desconocido
actor escocés con fama de rebelde a una estrella de Hollywood con su
participación en Star Wars como punto
álgido, Danny Boyle, un autor con signos de independencia, ha ganado un Oscar y
sus películas son presencia habitual en las galas de premios de todo el mundo y
aquellos chavales de Edimburgo que tiraban sus vidas por el retrete por culpa
de la heroína han sobrevivido a su pasado y deben enfrentarse a un mundo en el
que quizá no tengan ya cabida.
Veinte
años es lo que ha transcurrido entre Trainspotting
y T2 Trainspotting, y ese salto
temporal es en lo que más incide Danny Boyle a la hora de volver a enfrentarse
de nuevo a los personajes que lo lanzaron a la fama.
Se
trata, como digo, de otros tiempos, y el tono rebelde y sucio de Boyle de aquella
pequeña pero arrebatadora obra se ha suavizado hasta el exceso. Esta secuela no
tiene ni la fuerza ni el desagradable dolor que se ocultaba en la cruel comedia
del 96, pero a cambio gana en calidad estética y elegancia. Boyle no está ya
interesado en mostrar un Edimburgo sucio y maloliente y apuesta por mostrarnos
la hermosura de la ciudad escocesa y sus alrededores, e incluso las escasas
escenas de aparente escatología (los vómitos de Spud, el retrete de la
discoteca) son nimiedades en comparación con lo que se nos mostraba en el film
original. Un film que trataba sobre chavales que no tenían un futuro por
delante, que se burlaban del eslogan “Elige vida”. Viendo lo que para ellos
suponía la vida, mejor elegir la heroína, decían. Ahora, sin embargo, la cosa
ha cambiado, y no estamos ante una película con jóvenes sin futuro, sino todo
lo contrario, se trata de hombres perseguidos por su pasado. Ya lo dice el propio Renton es un discurso completamente nuevo: "Eres un adicto, así que vuélvete adicto. Sólo que vuélvete adicto de otras cosas, Elige a aquellos que amas. Elige tu futuro, Elige la vida".
A
la hora de plantearse esta película, Boyle podría haber tirado por el camino
fácil y limitarse a repetir una historia parecida basada en las nuevas
generaciones, pero en lugar de eso apuesta por una continuación real, con el
consiguiente problema de que es casi imprescindible conocer los precedentes
para disfrutar de la película. Trainspotting
terminaba con la separación de los cuatro amigos tras la traición de Renton y
apenas ha habido contacto entre ellos en estos veinte años, así que la nueva
película arranca casi empalmando con aquello final, con el regreso de Renton a
Edimburgo dispuesto a afrontar las consecuencias de su huida.
T2
vuelve a ser una película que habla de la amistad y la traición, de la
responsabilidad hacia los demás (ya sea la familia, la amante o los amigos) y
de la posibilidad de redención. La búsqueda del perdón sobrevuela todo el rato
a los personajes y la vida (aunque sea una vida artificial, definida por las
redes sociales, los trabajos precarios y la comida basura) debe sustituir al
fin a la heroína. Esta vez sí se trata de elegir vida.
La
película funciona, además, como homenaje a aquella en la que sus integrantes
saltaron a la fama, volviendo a ella en numerosas ocasiones, en una mirada
nostálgica que invita a pensar que pese a la droga que destruyó familia y mató
a más de un amigo, no todo era malo. Es por eso que repiten los mismos actores
de entonces, incluso en los casos más secundarios, y pese a contar, como no
podía ser de otra manera, con otra gran banda sonora, es a Lust for life de Iggy Pop a quien se vuelve a recurrir para cerrar el círculo. No obstante, es curioso (y nada casual) que sea un
personaje nuevo, Veronika, la que realmente simbolice el nuevo camino a seguir
y, aunque sea repitiendo la jugada ya vista en el primer Trainspotting, resuma con sus acciones todo lo que se puede esperar
de esta nueva película.
En
estos veinte años Doyle se ha domesticado, por lo que T2 es mucho menos salvaje y potente que Trainspotting, pero también es mejor película.
Valoración:
Siete sobre diez.
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