domingo, 26 de febrero de 2017

T2 TRAINSPOTTING, buscando nuevas elecciones con añoranza.

Veinte años es mucho tiempo. Tiempo más que suficiente como para que la sociedad cambie, los niños se hagan grandes y el futuro que una vez alguien imagino se vuelva un amargo presente. En veinte años Ewan McGregor ha pasado de ser un desconocido actor escocés con fama de rebelde a una estrella de Hollywood con su participación en Star Wars como punto álgido, Danny Boyle, un autor con signos de independencia, ha ganado un Oscar y sus películas son presencia habitual en las galas de premios de todo el mundo y aquellos chavales de Edimburgo que tiraban sus vidas por el retrete por culpa de la heroína han sobrevivido a su pasado y deben enfrentarse a un mundo en el que quizá no tengan ya cabida.
Veinte años es lo que ha transcurrido entre Trainspotting y T2 Trainspotting, y ese salto temporal es en lo que más incide Danny Boyle a la hora de volver a enfrentarse de nuevo a los personajes que lo lanzaron a la fama.
Se trata, como digo, de otros tiempos, y el tono rebelde y sucio de Boyle de aquella pequeña pero arrebatadora obra se ha suavizado hasta el exceso. Esta secuela no tiene ni la fuerza ni el desagradable dolor que se ocultaba en la cruel comedia del 96, pero a cambio gana en calidad estética y elegancia. Boyle no está ya interesado en mostrar un Edimburgo sucio y maloliente y apuesta por mostrarnos la hermosura de la ciudad escocesa y sus alrededores, e incluso las escasas escenas de aparente escatología (los vómitos de Spud, el retrete de la discoteca) son nimiedades en comparación con lo que se nos mostraba en el film original. Un film que trataba sobre chavales que no tenían un futuro por delante, que se burlaban del eslogan “Elige vida”. Viendo lo que para ellos suponía la vida, mejor elegir la heroína, decían. Ahora, sin embargo, la cosa ha cambiado, y no estamos ante una película con jóvenes sin futuro, sino todo lo contrario, se trata de hombres perseguidos por su pasado. Ya lo dice el propio Renton es un discurso completamente nuevo: "Eres un adicto, así que vuélvete adicto. Sólo que vuélvete adicto de otras cosas, Elige a aquellos que amas. Elige tu futuro, Elige la vida".
A la hora de plantearse esta película, Boyle podría haber tirado por el camino fácil y limitarse a repetir una historia parecida basada en las nuevas generaciones, pero en lugar de eso apuesta por una continuación real, con el consiguiente problema de que es casi imprescindible conocer los precedentes para disfrutar de la película. Trainspotting terminaba con la separación de los cuatro amigos tras la traición de Renton y apenas ha habido contacto entre ellos en estos veinte años, así que la nueva película arranca casi empalmando con aquello final, con el regreso de Renton a Edimburgo dispuesto a afrontar las consecuencias de su huida.
T2 vuelve a ser una película que habla de la amistad y la traición, de la responsabilidad hacia los demás (ya sea la familia, la amante o los amigos) y de la posibilidad de redención. La búsqueda del perdón sobrevuela todo el rato a los personajes y la vida (aunque sea una vida artificial, definida por las redes sociales, los trabajos precarios y la comida basura) debe sustituir al fin a la heroína. Esta vez sí se trata de elegir vida.
La película funciona, además, como homenaje a aquella en la que sus integrantes saltaron a la fama, volviendo a ella en numerosas ocasiones, en una mirada nostálgica que invita a pensar que pese a la droga que destruyó familia y mató a más de un amigo, no todo era malo. Es por eso que repiten los mismos actores de entonces, incluso en los casos más secundarios, y pese a contar, como no podía ser de otra manera, con otra gran banda sonora, es a Lust for life de Iggy Pop a quien se vuelve a recurrir para cerrar el círculo. No obstante, es curioso (y nada casual) que sea un personaje nuevo, Veronika, la que realmente simbolice el nuevo camino a seguir y, aunque sea repitiendo la jugada ya vista en el primer Trainspotting, resuma con sus acciones todo lo que se puede esperar de esta nueva película.
En estos veinte años Doyle se ha domesticado, por lo que T2 es mucho menos salvaje y potente que Trainspotting, pero también es mejor película.

Valoración: Siete sobre diez.

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