Rebuscando entre los estrenos de Movistar me he topado con una simpática película canadiense que, por sus aspiraciones, difícilmente tendrían cabida en una sala de cine convencional. Pero la plataforma de Telefónica parece estar acostumbrándose a recoger todo lo que pasa por Sitges y trata Vicious fun es la última prueba.
Fechada en el 2020,
la película cuenta con un grano y una textura que evoca directamente con el
cine de los ochenta, pero sin buscar ese elemento nostálgico tan saturado
últimamente. No hay por aquí chavales en bici hablando por walkie talkies, para
que me entiendan, pues no se trata de recuperar el espíritu de la Amblin, sino del cine de videoclub algo
más marginal con reminiscencias al estilo Carpenter.
Joel es un chaval
que escribe críticas de cine para la revista que da nombre al film que,
encaprichado de su compañera de piso decide seguir a escondidas a su turbio
novio para acabar metiéndose, literalmente, en la boca del lobo.
Una reunión de psicho killers de diversa índole dará
pie a una orgía de sangre que, sin giros de guion demasiado memorables, cumplen
como entretenimiento para los amantes del género.
Entretenimiento con
salsa de tomate que funciona como un quién es quién del manual del psicópata.
Valoración: Seis
sobre diez.
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